Capitulo cuatro

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<<antiguo amor>>

<<antiguo amor>>

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Al día siguiente tras una noche de incomodidad, los testigos la miraban como si fuera un bicho raro, como una anomalía; la castaña podía notar el cierto recelo que algunos le tenían gracias al peso de su antiguo nombre

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Al día siguiente tras una noche de incomodidad, los testigos la miraban como si fuera un bicho raro, como una anomalía; la castaña podía notar el cierto recelo que algunos le tenían gracias al peso de su antiguo nombre. El haber llevado la palabra Vulturi tras su nombre era algo que solía marcar de por vida, más cuando tú habías sido la creadora de tal clan. Pero el que sin duda estaba colérico era Edward. No llevaba ni dos días ahí y el Cullen ya la había amenazado.

Edward era...un caso serio. Dios sabía cuánto la odiaba, aunque el odio era mutuo. Le parecía tan irritante, tan soberbió, ella simplemente no podía soportarlo, no después de lo qué pasó.

Noah suspiro cerrando sus ojos y recostándose sobre el respaldo del sillón bajo la atenta mirada de todos. El silencio rodeó la estancia, nadie hablaba. No era como si lo necesitaran. Solo estaban allí como testigos para el clan olímpico.

Los rápidos y pequeños pasos de una niña se escucharon desde el exterior, corriendo hasta estar dentro de la estancia. El frenético palpitar de su corazón junto al olor a una sangre exquisita se hizo presente y, tras este, el nauseabundo olor a perro mojado.

Renesmee recorrió el lugar con sus ojos en busca de alguien específico, encontrándola recostada en el sillón. La niña sonrió ante la imagen de la vampiro que buscaba y pronto corrió a su lado. Renesmee saltó y se colocó a su lado, más la contraria ni la miró. La menor hizo una mueca, descontenta, pero antes de poder replicar, Noah la volteo a ver y sonrió.

—¡Noah!—chillo.—¡Tengo algo que mostrarte!

La mayor elevó una de sus cejas, mirándola interrogante, mientras se sentaba correctamente y ponía su atención completa en la menor.

—¿A mi?—preguntó con curiosidad.

—¡Si!—contestó moviendo su cabeza de arriba a abajo exageradamente.

Renesmee rió y se puso de pie agarrándola de la manga jalándola para que se pare, cumpliéndole el deseo a la menor dejo que está la guiará, bajo la atenta mirada de los testigos y la expresión molesta de Edward.

The vulturi | Edward Cullen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora