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Enfermo por Un Día
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Era un jueves nublado, las últimas semanas el clima había estado mucho más frío de lo usual, y era gracias a este clima que Sterling solía escaparse de casa para jugar bajo la lluvia y ensuciarse en los charcos de lodo que se formaban en la plaza, obligando a Jake a iniciar una persecución tras el can, por miedo a que un auto lo arrollara.

Ese no era uno de esos días. 

Jake estaba postrado en su cama, sorbiendo mocos y temblando del frío que hacía. Aun teniendo como 5 cobijas cubriendo casi por completo su cuerpo, sentía que moriría de hipotermia. Hacían -61.5 grados esa helada tarde, y como siempre, estaba solo en casa. Llovía a mares en el exterior, con truenos e incluso el día anterior había caído granizo. Para el peliazul resultaba una labor tediosa tratar de dormir con todo aquel ruido, que no hacía otra cosa más que aumentar su jaqueca. 

-Maldición... odio esto. -Murmura, con voz átona. Sentía un picor intenso y muy molesto en la garganta que lo hacía toser hasta quedarse sin aire en los pulmones. En momentos como esos, Jake se maldecía por ser asmático y tener tan malas defensas. 

Mientras este estaba en su lecho de muerte, sin embargo, Sterling estaba en el patio, amarrado a su correa y dentro de su casa de madera. El muchacho de cabello azulado habría querido ir y traer al can para acurrucarlo a su lado, pero el día anterior también lo había intentado. No avanzó ni dos pasos a la cama porque se cayó de cara al suelo, estaba tan débil de fuerzas que le tomó media hora incorporarse nuevamente. El intrépido golden retriever se estaba inquietando por la particular potencia de los truenos, así que no deberían sorprenderse demasiado cuando les digo que el pobre animal salió despavorido hacia la calle cuando un gran relámpago iluminó el cielo oscuro, rompiendo su correa en el proceso. 

Y Jake ni siquiera estaba enterado de esto. 

Por suerte para él, el destino no es tan cruel como para dejarlo sin perro, así que le enviaron una pequeña ayudita...

En un pequeño super mercado, Tom hacía sus compras diarias. Realmente solo estaba ahí para conseguir alimento para su pez (un pez beta que le había regalado Gabby por su cumpleaños), y de paso comprarse algunos snacks para él. A Tom no le desagradaba la lluvia, al contrario, la adorada, pero hasta él tenía que admitir que el chubasco comenzaba a volverse peligroso y los truenos eran demasiado escandalosos. Tras pagar sus compras, guardó las bolsas en su mochila negra impermeable y se colocó el casco, dispuesto a marcharse cuanto antes. Sin embargo, Tom se distrajo al ver a un gran golden retriever tirado en una esquina, temblando. Se acercó a este con cuidado de no asustarlo y le dio suaves caricias en la cabeza. 

-Me recuerdas mucho a alguien... -Al azabache le llevó 5 segundos conectar neuronas y darse cuenta de quién se trataba. -Espera, ¡yo te conozco! ¿Sterling?

Al oír su nombre. El perro soltó un ladrido mientras lloraba levemente. Era obvio que estaba asustado. 

-Amigo, ¿qué haces aquí? Está lloviendo a cántaros y estás muy lejos de casa. -Un ladrido. -¿No está Jake contigo? -Recibe otro ladrido como respuesta. -Entiendo...

El pelinegro no está muy seguro de qué debería hacer, no es como si tuviera urgencia por llegar a su casa, pero no le vendría nada mal llegar a su apartamento, quitarse ese molesto traje y arroparse cómodamente en su cama. Tom miró su motocicleta, aparcada en una esquinita donde no se empaparía tanto por la llovizna, después dirigió sus ojos verdes azulados al can, que lo miró con súplica mientras soltaba leves sollozos caninos. Soltó un suspiro, tratándose del perro de Jake, no podía dejarlo solo. Decidió que lo llevaría hasta la casa del menor y luego regresaría a su cálido apartamento a descansar.

•¿Y si...?   -Fanfic TomJake-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora