•¿Y si...? -Fanfic TomJake-

•1•

[Desastre]
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-¿Jake? 

-...Me alegro que estés bien, Tom. Lo siento, pensé que no querías hablar conmigo.

-Está bien... creo que todo pasa por una razón.

-¿A qué te refieres?

-Pues... Los dos fuimos tontos, Jake. Sé que, a veces fui duro contigo, pero la verdad es que no soy inocente en esto. Ambos actuamos impulsivamente y cometimos errores, pero no me arrepiento. Me ayudaste a aprender de esos errores. 

-¿Seguirás... en contacto conmigo?

-Creo... que deberíamos tomarnos un tiempo y crecer más como personas.Estamos en el camino correcto, pero empezar cualquier cosa podría arruinarlo.

...Dejemos que las cosas fluyan.

.....

Pues ciertamente, Jake no sentía ningún progreso. No a nivel personal, al menos. Y ya habían pasado 7 meses desde su "ruptura" con Tom.

Tras la finalización de la primera temporada, había vuelto a casa de sus padres, pasando todos los días encerrados y sin hacer algo realmente interesante.

A veces, Miriam lo iba a visitar y cocinaban juntos, lo que ayudaba a Jake a distraer su mente de malos pensamientos. Le gustaba aprender de Miriam, ya era parte de la familia para él, y de la misma manera, sus padres la adoraban.

-Jake, no puedes pasar el resto del día ahí encerrado. No te vendría mal tomar un poco de sol, de vez en cuando. -reprende Miriam, entrando al cuarto del peliazul y encendiendo la luz. Jake se quejó, removiéndose debajo de las sábanas. -Vamos, sal.

El cuarto del peliazul era algo... desordenado. Según Jake, su cuarto tenía libertad de expresión, y como rara vez tenía visitas, no se veía en la necesidad de ordenarlo demasiado, además le daba pereza. Solía hacerlo como una vez cada tres meses, cuando el olor a pizza vieja empezaba a causarle repelús o su ropa sucia tirada en el suelo empezaba a molestarlo. Las pareces estaban pintadas de color rojo cereza y decoradas con pósters de algunas de sus bandas musicales favoritas o también por series/películas que fueran de su agrado. Tenía una cómoda al lado de su cama, cuyas sábanas eran negras con pequeñas calaveras impresas en el diseño, y una de sus almohadas no era del todo almohada, pues era un muñeco de Levi Ackerman tamaño real, y Jake dormía cada noche abrazándolo. En sus propias palabras, le daba calma. 

-Estoy ocupado... -se excusó él, aludido.

-No aceptare excusas, jovencito. Ahora ven, te espero en la cocina.

Declaró la anciana, saliendo del cuarto. Jake, sin más opciones, se levantó de la cama y salió de entre sus sábanas, estaba despeinado y tenía ojeras.