Capitulo 4

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Despierto con los primeros rayos de luz en mi cara. Al darme vuelta en el colchón veo algo nuevo, Katniss yace en un sueño profundo.
Los medicamentos para dormir, que antes a mi me costaban aceptar, parecen hacer su trabajo con ella. Le retiro un cabello de su rostro con ternura y caigo en cuenta de que esto parece un sueño.

Con cuidado, me levanto para no molestarla y me dirijo al baño para una ducha y cambio de ropa. Al volver, la encuentro en la misma posición en la que la dejé. Decido tomar una chaqueta ligera al notar que los días empiezan a estar mas cálidos . Y sigo admirándola.

Al revisar la hora, me doy cuenta de que casi es momento del desayuno. Voy por la minuta y las recetas que necesito a la casa de Katniss. No puedo permitirme retrasos, es una cuestión vital.

En el camino hacia su casa, noto la puerta abierta hasta atrás.

Apuro el paso y encuentro a Haymitch husmeando entre las cosas, tan cómodo como si viviera aquí. Saludo con confusión al reconocer su melena rubia, al darse vuelta me doy cuenta que tiene una botella de alcohol en su mano.

-¿Sabes dónde está Katniss? - pregunta por mera formalidad, evidente en su desinterés. Da un gran sorbo a su botella

-La estoy cuidando en mi casa, Haymitch. ¿Y tú? ¿Qué asuntos te traen por aquí? - le respondo mientras recojo los medicamentos y documentos que el médico le proporcionó a Katniss.

Haymitch suelta una risa socarrona y da otro sorbo a su botella, mirándome con complicidad.
-¡Ah, están durmiendo juntos otra vez! Parece que no pudiste resistirte a lo que te recordé ayer. ¿Quién lo diría? - comenta con sarcasmo, claramente disfrutando de la situación.

Mientras sigue bebiendo, lanza otra mirada y agrega:
-Deberían considerar mudarse juntos de una vez. Hacen una pareja encantadora, ¿no crees? - insinuando con descaro, como si fuera el consejero de nuestras vidas.

-Lo considerare si es que no se va antes de esta noche- le digo entre risas, los dos sabíamos lo impredecible que era Katniss. Cuando hablaba con Haymitch borracho éramos muy sarcásticos.

Regreso a casa. no sin antes verificar que Haymitch haya salido de la casa de Katniss. Al entrar, busco hacer el menor ruido posible mientras me preparo para seguir las instrucciones del desayuno de Katniss, una tarea simple pero llena de cuidados y atención.

Cuando faltan apenas 7 minutos para la comida, subo las escaleras con la intención de invitarla a comer juntos en la terraza. El sol brilla maravilloso, y calienta sin quemar.

Detengo mi paso al ver la puerta entreabierta de mi habitación y descubro a Katniss sentada en la orilla de la cama, con los pies en el suelo. Sus manos cubren su rostro mientras repite afirmaciones cortas
-Mi nombre es Katniss Everdeen, vivo en el distrito 12, Estoy en la casa de Peeta Mellark, Peeta parece volver a quererme, Mi hermana murió...- y sigue.

Aunque mi estómago se retuerce al presenciar su vulnerabilidad, sé que este proceso es parte del camino hacia la curación. Desde la distancia, la contemplo con admiración, encontrando una nueva capa de su belleza en su autenticidad y fragilidad.

En un segundo, sin ni siquiera imaginarlo antes, se levanta de la cama y se despoja de su camiseta , dejando sus dos pechos muy erectos y redondos a mi vista.

La visión de Katniss en este estado enciende una antorcha dentro de mí, un fuego que arde y que estoy seguro que no se apagará jamás.

Su figura se presenta ante mí como una obra de arte, cada curva provoca un deseo irresistible.

Con una respiración profunda, decido ser cauteloso y alejarme rápidamente. El respeto por su espacio y proceso de recuperación es primordial. Guardo esa imagen en mi mente y la reguardo ojalá para siempre.

La vida de un vencedorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora