Capitulo 12

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-Entonces si hay otra guerra, vas a morir y quedarás como un mártir- Me dice pero ahora se que está enojada, demasiado.
-Me lo hubieras dicho antes de casarte conmigo- sus palabras están cargadas de frustración y resentimiento, y puedo sentir cómo su enojo se proyecta en cada movimiento, sobre todo en su rostro que nunca logra controlar.

Pero hoy no es un día para pelear, además entiendo muy bien sus sentimientos, en su lugar yo estaría como loco.

-Katniss, eso no pasará- la atajo antes de que se ponga de pie a mi lado, y ella se deja llevar de mala gana.

-¿Y si ocurre? ¡Dime qué pasaría! ¡Me dejarás siendo una viuda!- Me dice subiendo la voz pero ni siquiera se atreve a mirarme a los ojos, le debió parecer cómico al igual que a mi.

-¿Tan débil me crees que piensas que moriré de inmediato?- le digo, reprimiendo una sonrisa. No estoy seguro si es apropiado hablarle de esta manera, pero su vulnerabilidad me genera tanta ternura, y estoy de tan buen humor que la idea de la muerte simplemente no tiene cabida en mi mente.

-¡No seas idiota!- Dice Katniss mientras exhala con frustración y me empuja juguetonamente, con una sonrisa. He logrado lo que quería; ahora ella no seguirá peleando conmigo. Además, es innecesario decirlo, pero nunca la dejaré sola, especialmente con un niño tan pequeño. Es simplemente imposible. No me alejaré de ellos pase lo que pase.

Este es el precio que tuve que pagar por su liberación, el pacto que hice con Paylor. Su libertad a cambio de convertirme en uno de sus soldados. Tuve que negociar más de lo que esperaba. En aquel entonces, nunca imaginé casarme, ni mucho menos formar una familia. Paylor solo quería asegurarse de que uno de sus vencedores la apoyara. No es muy diferente de los demás "presidentes". Pero tengo fe en que finalmente podremos vivir en paz.

-Me había hecho la idea de ver hoy a Brad- Le digo a Katniss mientras acaricio sus manos. Sentirla cerca de mí ahora es tanto igual como diferente a la vez. Somos marido y mujer, llevamos siéndolo solo unas horas, pero aún siento temor de acariciarla sin avisarle o pedir permiso.

-Yo también, pero quizás sea algo bueno. Así podemos descansar antes- Me dice apegándose más a mi en el sofa, poniendo sus piernas dobladas cada vez más cerca.
-Es nuestra noche de bodas- me susurra con su aliento fresco en mi oreja, lo que hace que me dé un golpe de adrenalina y mi rostro entero arda.

Ella toma mi mano con ternura, y en sus ojos encuentro un brillo reconfortante que me deja sin palabras. Es una visión de belleza, a veces vulnerable, otras veces sorprendentemente fuerte, pero siempre presente a mi lado. Su aliento se entrelaza con el mío mientras nos acercamos, y puedo distinguir las pecas dispersas por su piel. Un escalofrío recorre mi cuerpo al sentir sus labios rozando los míos, y su suspiro de alivio aumenta la anticipación. Nuestro beso es delicado, dulce, pausado; no necesitamos demostrar nada a nadie, ni actuar para complacer a los distritos. Somos simplemente ella y yo, unidos como marido y mujer.

De repente, Katniss avanza con determinación y se coloca sobre mí, a horcajadas. Sus manos frías toman mi rostro, atrayéndome hacia ella, mientras el deseo arde con una intensidad que borra cualquier rastro de cordura que pudiera quedar. Todo se vuelve borroso cuando nuestros cuerpos se rozan sobre la ropa. Me siento completamente desorientado. Su deseo hacia mí es evidente, desencadenando sensaciones extrañas, primitivas, casi animales. Intento desesperadamente ordenar mis pensamientos, pero mi mente se rebela, y en ese instante comprendo que he perdido el control.
Debería ser excitante, pero el miedo se cierne sobre mí, amenazando con despertar al muto escondido dentro de mí. "Me siento completamente perdido" se repite una y otra vez en mi mente.

Dejar mi mente en blanco significa dejar espacio para que el Peeta Mellark del Distrito 12 se desvanezca y ceda su lugar al muto del Capitolio.

Estoy aterrado por lo que esto podría desencadenar, pero no puedo permitirme arruinar este momento, esta oportunidad. Esta vez, decido enfrentar mis miedos.

La vida de un vencedorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora