Capítulo 4

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Ese día era especial, era el aniversario de bodas de Jennie y Lisa. Habían planeado estar todo el día fuera de casa planeando la sorpresa de cada una y se verían en la noche ya arregladas. Pero apenas eran las ocho de la mañana y ellas aún seguían en casa y en su habitación.

Los hijos Manobal Kim estaban desayunando juntos al ser un día domingo. Marce también estaba con ellos, ella había hecho la comida a la petición de Leo.

Pero había un detalle que Marce no entendía.

_¿Por qué la música es tan alta? - preguntó Marce. La música venía de arriba.

_A mis madres les gusta mucho escuchar música por las mañanas - respondió Lía - así se bañan.

En la habitación, la cama se removía levemente gracias a los pequeños colchones atados en los soportes. Las manos de Jennie se aferraban a las sábanas ante cada embestida de Lisa.

Las sábanas las cubrían, dejando ver solo la mitad de sus cuerpos que iban de adelante hacia atrás constantemente, con fuerza, sacando suspiros y jadeos en ambas.

No reprimían sus gemidos, la música se encargaba de cubrirlos. Los labios de Lisa succionaba y lamía su cuello, su clavícula, atrapando sus labios en un lujurioso beso.

Sus embestidas aumentaron su ritmo y en un último golpe Lisa se liberó dentro de su esposa. Jennie gimió entre los labios de Lisa, removía sus piernas ante tan exquisito y fuerte clímax.

Ambas se sonrieron jadeantes, sus cuerpos estaban sudorosos. Se besaron ahora con más calma, con más cariño y ternura.

_Me encanta que seas tan tierna y salvaje a la vez - pronuncio Jennie besando su nariz.

_Es que eres tan linda - acarició su mejilla con sus labios. Jennie soltó un jadeo cuando Lisa volvió a empujar su cadera, aún no salía de ella - y tan jodidamente sexy.

***

La pareja bajaba al primer piso ya aseadas, sus hijos estaban viendo una película junto a Marce sentados en el sillón.

_¿Ella no tiene casa? - susurró Lisa a Jennie.

_Es mejor, así la observamos en cómo es - respondió Jennie - buenos días.

Minutos después, ambas se despedían y esperarían al encuentro en la noche, para ser exactos, a las ocho. Lisa estaría en la casa de su suegro y como eran buenos amigos, el mayor la acompañó de compras a un mall.

_Suegrito, ¿Seguro que no prefiere quedarse en casa?

Lisa veía a su ahora anciano suegro caminar de manera lenta detrás de ella. Jennie le había prohibido cargarlo porque Lisa era muy eufórica y podría hacerle daño.

_Me gusta salir, la casa es aburrida.

Lisa mostró un gesto de tristeza, quería demasiado a su suegro, el doloroso ver como los años pasan en tus seres queridos.

_Venga - Lisa se inclinó de espaldas a él - suba, yo lo cargo.

_No soy un niño.

_Vamos, suegrito. Aunque sea un adulto, siempre tenemos nuestro lado infantil. No sienta vergüenza - animaba.

_La gente se va a reír.

_No base su felicidad en los ojos de los demás. Vamos, suegrito.

El mayor observó dudoso a su al rededor. Lisa le sonrió para que confiara y el asintió. Se abrazó a su espalda y fue cargado, caminando en sonrisas divertidas.

Una Loba Como Policía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora