I El jaguar de Cusco

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La oscura noche teñía la Ciudad del Cusco, la capital, ciudad más importante, poblada y conocida en la República del Cusco, nación ubicada al sur de la frontera del Perú. Mientras la gente común, mejor conocidos como humanos, iba de un lado a otro por las calles alumbradas de anaranjado amarillento por los postes de luz, principalmente en el considerado centro de la ciudad, la Plaza Manco Capac de la Ciudad del Cusco, usando las sombras como camuflaje, movilizándose a gran velocidad de un edificio a otro, una figura los observaba a su paso sin que muchos lo notarán a simple vista, o si quiera notaran o supieran de su existencia.

Su forma de movimiento habitual por la llamada Roma de América era como la de un jaguar a cuatro patas moviéndose por la selva amazónica en busca de su siguiente presa, o como si se movilizara para defender el área que consideraba su territorio, y sí que la zona de su dominio era realmente grande.

Afortunadamente para los civiles, ellos no estaban en su objetivo, al tratarse en realidad del vigilante y protector no oficial de la llamada Ciudad Imperial. Se hacía llamar, y la gente lo conocía como-

Jaguaret. El hombre jaguar.

Y no era para menos ese nombre. El vigilante, habiendo servido a la ciudad ya cierto tiempo, considerándolo la mayoría una simple leyenda urbana, como un invento hecho para asustar a los más pequeños, y otros tan real como una especie de espíritu maligno o incluso benefactor, según el punto de vista, como los pishtacos en los que también creían ciertas personas, poseyendo los delincuentes una posición ambigua al respecto, estando los que le tenían miedo realmente, y otros que solo lo consideran un mito para que no roben, se movilizaba por la ciudad haciendo su patrulla matutina de cada noche, aunque otra cosa mucho más importante lo estuviera preocupando desde hace unos días.

-Como me gustaría que esta sea una noche tranquila. Pero sabiendo el peligro que existe haya afuera, lo dudo bastante-Expreso tal figura calmada pero atenta a cualquier movimiento inusual en su camino, movilizándose por los pequeños edificios con su agilidad, principalmente por medio de saltos, sosteniéndose algunas veces con sus garras para tocar tejados.

Avisándole sus sentidos agudos, especialmente su audición, que cerca de donde estaba algo ocurría al erizarse su oscuro pelaje, cambio de dirección hacia el lugar de los hechos.

Su intuición fue acertada al observar desde un edificio que dos ladrones salían tranquilamente por la puerta con cuatro maletines llenos de dinero que cargaba cada uno tras desvalijar los cajeros automáticos. Uno era alto de mirada inquietante de piel blanca con barba, cabello peinado elegantemente y ojos negros, vestido con chaqueta marrón oscuro y jean negro. El otro, de mirada más cobarde, también era de piel clara, con cabello castaño corto, vistiendo de gabardina negra que cubría sus piernas.

-Justo a esto me refería-Dijo la figura observándolos salir del banco.

Sin haberse percatado de su presencia, los ladrones caminaron por la calle rumbo hacia su auto, hablando de su última hazaña, por así decirlo.

-Te dije que sería fácil-Pronuncio el más decidido de ellos.

-No dudaba de tu habilidad de desactivar alarmas Mariano, pero vámonos pronto antes que...-Dijo su compañero aterrado.

-¿Antes que nos vea alguien o venga la policía, o una combinación de ambas? Deja de preocuparte Joaquín-Dijo Mariano mostrando su compañero una gran sonrisa.

-Eso no me preocupa, en realidad me preocupaba...-Dijo Joaquín.

-¿Qué, le temes a la oscuridad o a los fantasmas? Jajaja. Esas cosas no existen, son solo leyendas urbanas inventadas para atraer turismo o espantar a los tontos como tú, o las dos cosas-Dijo Mariano.

Jaguaret (novela original) (COMPLETADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora