Annabelle
Lo mismo todos los días. Me levantaba a las 6 de la mañana, me vestía con unos simples trapos tejidos por mí, hacía el desayuno para todos mis 'compañeros' y salía a trabajar. Así era la vida en la posada de la señora Scrubitt, desde que firmé aquel contrato con letra pequeña, mi vida había sido un infierno. Lo bueno era que como había aceptado a limpiar toda la posada y cocinar, por el día podía salir a la calle.
Esto, aunque fuera demasiado trabajo para una sola persona, me ayudaba a trabajar para diferentes personas, comprar los ingredientes necesarios para hacer la comida y poder comprarle algunos regalos a Noodle.
Ella era mi apoyo emocional, desde que llegué la cuidé como a mi hermana, siempre la vi como tal, a pesar de no compartir la misma sangre.
La verdad, no es que tuviera mucha relación con los demás, porque era bastante reservada, pero ellos eran muy agradecidos por todos los esfuerzos que hacía.
De pequeña no tuve amigos, estaba acostumbrada a estar sola, así que no me importaba no tener a nadie. Aunque tenía a Noodle, claro.
Mi rutina de todos los días era bastante ajetreada, como ya mencioné antes, me levantaba a las 6 a.m., preparaba el desayuno para todas las personas, incluidos los huéspedes, la Sra. Scrubitt y Bleacher.
Luego me vestía, me gustaba mucho usar vestidos, pero me cambiaba la ropa varias veces al día por los diferentes trabajos que tenía que hacer.
Lo primero era ir a la granja de una amable señora, ayudarla con los cultivos y luego con el ganado.
Lo siguiente era ir a hacer de niñera en la casa de una chica bastante joven, ella era una madre soltera que no tenía tiempo suficiente como para cuidar de sus 3 hijos, así que me dejaba a mí con ellos. Tenían 10, 7 y 3 años, les tenía mucho cariño.
Terminaba los trabajos a las 11 a.m., por lo que tenía tiempo para ir a comprar la comida y, si me sobraba algo de dinero, comprar algún capricho, cosa que pasaba poco porque no era muy buena idea, dado que tenía que pagarle a la Sra. Scrubitt.
La comida que hacía era carne, pescado, obviamente de temporada, verduras, estofados o sopas. No me podía permitir mucho más, por todo lo que tenía que pagar.
Por la tarde cosía y tejía encargos que me hacían diferentes personas de la cuidad, cosa que me llevaba hasta la noche.
Al final del día, limpiaba la posada entera, incluidos baños y el gallinero. No era muy satisfactorio, pero era lo que tenía que pagar por poder salir.
A veces, cuando tenía tiempo (cosa que pasaba 1 vez cada bastante tiempo), ayudaba a mis compañeros a lavar la ropa. Ellos se esforzaban todos los días mucho, de solo ver cómo les quedaban las manos me daban ganas de hacerlo todo yo.
Pero, entre toda esta montaña de cosas, siempre sacaba tiempo para ayuda a leer y a escribir a Noodle.
Yo siempre he sido una apasionada de los libros, aunque, gracias a mi 'trabajo' en la posada, no tenía casi tiempo. Transmití esa pasión por los libros a Noodle, yo sabía que ella estaba hecha para los libros.
Casi nunca se separaba de ellos, y cada vez que se terminaba los que ya tenía (o se los releía), y si lo soberanos lo permitían, le compraba un libro nuevo.
Me encantaba ver la sonrisa en su cara al ver mis regalos. Me devolvían a la niñez.
Esa niñez tan triste pero feliz a la vez. No. Prefiero no recordarlo.
-Buenos días Sra. Scrubitt. – Dije al entrar a la posada. – Aquí traigo los ingredientes para la comida.
- Sí, sí, lo que sea. Basta de hablar y ponte a hacer la cena. – Me gruñó. A pesar de que yo siempre la había tratado amablemente, ella me gritaba y me tomaba por su criada personal, cuando no era así.
Cogí la olla y me puse a pelar las verduras, cuando vi a Noodle entrar por la puerta. Ella se veía agitada, cosa que era extraña, porque Noodle es la persona más enérgica que he conocido.
- ¡Belle! ¡No te vas a creer lo que ha pasado! – Dijo mientras bajaba corriendo por las escaleras desde la planta principal hasta el sótano – Ha venido un nuevo huésped, he intentado avisarle, pero ha firmado. No he podido hacer nada para evitarlo. – Comentó, con un tono triste.
Al oír esto, casi me corto con el cuchillo pelador, pero mantuve la calma.
- Oh, Noodle, no te preocupes, no tienes la culpa. Otra víctima más de la Sra. Scrubitt y Bleacher... Vete avisando a los demás de que la cena está casi lista, ya le llevaré yo la cena al huésped.
Al escucharme, Noodle fue a avisar a los demás. Yo continué haciendo el puré para la cena, pensado en la pobre alma que firmó el contrato. La que le esperaba...
10 minutos después, el puré ya estaba listo. Lo serví en 6 platos y los coloqué en la mesa donde todos los que habíamos firmado el contrato comíamos. Le serví un plato a cada uno, incluida Noodle, y luego subí las escaleras para servirle la cena al nuevo compañero. Yo normalmente no cenaba, porque, para ser honesta, no tenía tiempo.
Llamé a la puerta, y un chico alto, pálido, con el pelo rizado y desordenado me abrió. Lo primero que percibí de él fue su inconfundible olor a chocolate, es olor que me provocaba felicidad y angustia al mismo tiempo.
- Buenas noches, señorita. – Me saludó con una sonrisa. – ¿A qué se debe su visita?
- Le traigo la cena, Sr...
- Wonka, Willy Wonka, un placer. – Extendió su mano. Yo la acepté y nos dimos un apretón.
- Aquí tiene, - Dije ofreciéndole el plato de puré, el cual él aceptó. - espero que la posada sea de su agrado, aunque, usted no ha leído la letra pequeña del contrato, ¿me equivoco? – Sentía la necesidad de contarle el grave error que había cometido al firmar esa hoja maldita, la perdición de todos los trabajadores sobreexplotados aquí.
- Muchas gracias por la cena, y, bueno, eh... leí la primera hoja, luego me dio pereza y... no la leí entera. ¿Hay algún problema? Por lo que leí estaba todo en orden. – Dijo, un poco avergonzado y algo nervioso. Me pareció muy raro, pero lo dejé pasar.
- Oh, bueno, supongo que... - Iba a contarle lo que le iba a pasar al día siguiente, pero decidí no hacerlo, no quería arruinar el último día de libertad que iba a tener en una buena temporada. – No importa, Sr. Wonka, espero que disfrute su estancia.
- ¿Está segura? Bueno, si usted lo dice. Muchas gracias, dulces sueños, señorita. – Me dijo, sonriendo dulcemente.
-Igualmente. – Me di la vuelta para volver al sótano, pero me giré antes de que él cerrara la puerta. – Por cierto, tiene un olor muy lindo a chocolate. – Le sonreí y me giré antes de que pudiera responder y me dirigí a mi habitación.
Esa noche tenía que hacer muchos trabajos: tenía que tejer un conjunto de bebé, tejer un mono roto y terminar de escribir un guion. Sí, escribir no me gustaba, pero tenía que hacerlo como un extra.
Todo eso eran encargos que me hacía gente de la ciudad a cambio de soberanos, y con ese dinero, aparte de más trabajos, pagaba la comida, la deuda con la Sra. Scrubitt y cosas para Noodle.
Menuda noche tenía por delante.
🍫
¡Hola!
Bienvenidos a esta historia, ¿qué os ha parecido? Espero que os haya encantado el primer capítulo. <3
Actualizaré cada fin de semana. :)
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¡Besos de chocolate!
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Bitter Chocolate // Fanfic Wonka🍫
RomanceAnnabelle Russell es una huérfana que desde pequeña sabe lo que es estar sola, es muy independiente y no deja que nadie se interponga en su camino. Willy Wonka es un chocolatero emprendedor que tiene un sueño: ser conocido en todo el mundo por sus m...