Capítulo 9: "Rinde las cuentas colgadas"

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Durante algunos días hemos estado recaudando información acerca del caso de acoso sexual y violacion hacia una mujer de entre dieciocho a veintidós años.

La única pista de la qué estamos seguros es que lo hicieron mis hermanos mayores. Esos desgraciados.

Hasta ahora, sé que no han abandonado el reino, por lo que supongo, piensan que sus pecados estan impunes.

Así que, cuando los arrestemos, haran como si no supieran el: “por qué están siendo arrestados”.

Sigilosamente me acerco a una habitación ocupada por los despreciables engendros del semen de mi padre y malcriados.

—¡Vaya!, parece que de verdad disfrutan de los días dulces, sin ninguna responsabilidad. —abro la puerta sin avisar de una patada.

—¿Qué haces niñito malcriado?, ¿no vez que tu hermano esta en medio del placer? —enojado, se cubre con una sabana.

—¡Lo que estés haciendo me importa una mierda! —golpeo la puerta. —Ahora levántate y dime dónde están los otros. —lanzo un peine que estaba cerca de la puerta.

—¿Y por qué debería hacerlo? —ríe con el peine en mano.

—Porque si no lo haces, entonces no me dejas más opción que decapitarte.

—¡No te atreverías! —ríe mientras se viste.

—¿Creés que no podría? —quedo en silencio.

—entonces... ¿es enserio? —su sonrisa se empieza a deformar. —¡Bien! —Se levanta de la cama.

—Elegiste sabiamente. —aplaudo.

◇◆◇◆◇

—Vaya. ¡Qué grata sorpresa! Esperaba encontrarlos, pero no esperaba que fuera tan rápido. —me siento en una silla.

—¿A qué te refieres? Nosotros no hicimos nada. —enfadado exclama el mayor de rodillas.

—Tú sabes exactamente a lo que me refiero, no te hagas el imbécil que no sabe nada. me levanto de la silla enfadado.

—¿Acaso piensas lo que dices? —se intenta levantar.

—Hermanito, tu sabes que nosotros no queríamos hacerlo, todo es un malentendido. —el hermano menor ruega de rodillas.

—¡Idiota! ¿Qué creés haces? —le lanza una patada.

—¡Ah! grita de dolor. —¡De igual manera ya lo sabe! No hay forma de mentir. recibe otra patada.

—¡Eres una decepción para la familia! —le escupe en la cara. —¡Puedes obligarme, no diré nada! —escupe hacia mi rostro.

—Hermano. ¡Por favor, perdoname la vida! Juro que no lo volveré a hacer. Ellos me obligaron. —apunta hacia los dos hermanos restantes.

—Imbécil. ¿Creés que él te perdonará si le dices quién lo hizo? —se ríe incontrolablemente.

—Bueno, al ver que tu si eres coperativo seras el último. —le sonrío.

¿Por cuánto me fui?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora