Abro los ojos, ahora estoy consciente.
Volteo para serciorarme que realmente no es un sueño. Tras estar parado tanto tiempo sin descanso, en medio de la nada, sólo rodeado por colores negro y blanco. Cambiando cada que respiro.
En un entorno donde lo único que escucho soy yo dando golpes, patadas, espadasos y demás.
-¿Estoy soñando? -Miro al rededor.
Se escucha detrás de la puerta unos pasos. Supongo, estoy despierto.
-¡Joven señor! ¿Está despierto? -Grita una sirvienta.
-Sí. -espero su respuesta.
Entra apenas me escucha hablar, se sorprendió más de lo que pensé. Toma mi mano, asegurandose que no estuviera muerto.
-¿Te gustan mis manos? -pregunto cansado.
-¿Cómo podrían?, son lindas y todo, pero no me... -Piensa una respuesta. -¡Me gustan cuando estan en usted!.
-¡Me alegra mucho!, no estoy imaginando. Que bueno.
-¿A que se refiere? -gira la cabeza 45 grados.
-No es nada, no te preocupes. -duermo denuevo.
◇◆◇◆◇
Despierto, abro las ventanas, y tomo un gran respiro. Después de mucho tiempo sin respirar de forma relajada, observo el inmenso cielo color azul, mirando a lo lejos la salida del sol. También recién despierto.
Bajo hacia un cuarto un poco alejado. Sólo para practicar algo que había aprendido.
Esperando nada. Tomo una espada y la levanto; concentro todo mi poder en la punta de la espada. Exhalo hondo, suspiro y disparo. La fila de paja que estaba frente a mi, desapareció.
-¡Mierda! -quedo atónito.
Esa simple forma de levantar la espada, me había tomado más de quinientos mil intentos aprenderla. Simplemente el primer movimiento.
Ahora que sé que no fue un sueño, estoy más que contento de haber aprendido tanto; me dirijo a mi habitación para cambiarme de ropa.
Justo cuando estaba por ponerme los pantalones y la camisa, entra una empleada. Extraño, aunque recordando, le había pedido que me trajera un trapo tibio y un vaso de agua.
Gritando, por verme semi-desnudo, las palabras que salen de su boca son:
-¡Lo siento!, ¡lo siento mucho!, ¡lamento haberlo interrumpido! -Tapándose los ojos, deja caer lo que traía.
-Está bien, simplemente toca la puerta a la próxima. -respondo calmado. -¿Pensaste que la habitación estaba sola? -pregunto por curiosidad.
-¡Sí!, como vi que se metió a un cuarto hace rato, pensé que se iba a tardar. -responde nerviosa. -¡Por eso lo traje lo más rápido posible!.
-Entiendo, si puedes traermelo otra vez, te lo agradecería muchísimo, gracias.
-¡Enseguida! -dándose la vuelta, vuelve a traerlo.
Recojo lo que se había caido y me recuesto boca arriba, mirando a la nada, con la respiración entre cortada. Lagrimas, liberando un olor a desastre.
Vuelve a tocar la puerta.
-Aquí tiene lo que me pidió. -entrega el pedido.
-Te lo agradezco mucho. -tomo un poco de agua.
-¿Cómo se encuentra? ¿Se siente bien? -pregunta.
-Bueno, la verdad, no me quejo, después de todo aún sigo vivo. Aunque no sé cómo.
-Lo decía porque tengo algo que contarle. -se acerca nerviosa.
-Adelante, ¿Qué tienes para contarme? -respondo calmado.
-Es sobre su padre. -mira el suelo.
-Entiendo, es grave ¿Cierto? -pregunto, pensando lo peor.
-Algo así, es sólo que él lo está esperando a usted. -dice con la cabeza agachada.
-¡No digas más, llévame con él!.
Cada paso que doy me quita un pedazo de vida. La única persona que me falto durante toda mi vida, ahora me volverá a faltar. Espero que este bien.
-¿Por qué no parece octubre? -pregunto caminando.
La chica se paro de repente y me volteo a ver, como si se quisiera asegurarse que yo no fuera un farsante.
-¿No lo sabe? -pregunta realmente extrañada.
-No, por eso te pregunto. -respondo con seguridad.
-Pensé que se lo habían dicho. -responde. -Lo que pasa, es que quedo inconsciente por más de medio año. -deja un silencio.
La noticia me dejo asombrado, no podía creer que por tanto tiempo, haya estado inconsciente. Creería si me hubiese dicho que fue durante unas tres o cuatro horas, pero. ¿Más de seis meses?.
-Pero no es momento para hablar de eso, lo más importante esta en la habitación del rey.
No sé que demonios esta pasando.-Señor, ¿Puedo entrar? -toca la puerta.
-Adelante. -se escucha una voz débil.
Paso la puerta, sin querer abrir los ojos, y sin importar lo mucho que no quería mirar, escucho una voz llamándome.
-Hijo, por favor, acércate. -suelta una voz débil
Sí. -doy pequeños pasos.
-Necesito que me escuches atentamente. -dice con la voz más legible.
-Dime. -tomo su mano.
-Tú serás el próximo rey, así que. De ahora en adelante, te pido que te comportes como tal, protege a todos y sé justo. -apreta fuerte mi mano.
-Esta bien. -sujeto su mano.
-Sé un mejor rey de lo que yo fui. -toma aire. -Sólo esperé este momento para morir en paz.
-¡No!, ¡no!, ¡papá! -noto su mano perder fuerza.
-Adiós... adiós mi querido hijo. -da su último suspiro.
-¡Lo haré!, ¡lo haré padre! -repito suavemente. Tomando la mano de mi padre fallecido.
Por la ventana, el cielo cae, junto con el sol, dando flor a la oscura y fría luna. Dando un abrazo de despedida a su lejano amigo, mientras se esconde detrás de una montaña, dando su último suspiro.
Con lagrimas en los ojos, aún si tengo a mi padre o no, que aunque no fuera el verdadero, lo ame como tal.
No tengo por qué mostrarme fuerte, porque, al final del día... soy el rey.
ESTÁS LEYENDO
¿Por cuánto me fui?
Ciencia FicciónDaniel, un joven que después de haber terminado sus estudios. Decidió hacer una reunión con sus amigos, y disfrutar. Después de dar por terminada la reunión, se le confesó a su amor de la infancia. Ella, que aún no sabe lo que siente por él, lo rech...