6. Mamá es mamá

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                                                                         Joshua Grey

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                                                                         Joshua Grey

El ruido de pies siendo arrastrados me indicaba que la pequeña osita come miel estaba despierta pero encerrada en su cueva. No puedo evitar sonreír, habían pasado alrededor de 20 días aproximadamente encerrado en casa sin poder salir, las experiencias vividas me habían hecho entender que no es bueno salir. Todo el mundo estaba loco porque las mascarillas y el gel antibacterial eran la moda actual.

El café estaba listo y los huevos estaban siendo fritos en la sartén, algo en mí me dijo que sirviera para la pequeña osita.

     —Que bueno que bajaste a desayunar no me apetecía hacerlo solo.

      —¿Piensas envenenarme?—Se talla la mejilla quitándose el rastro de saliva seca que tenían.—Nadie notaría mi desaparición.

     —Buena idea, pero no solo quiero desayunar velo como una tregua silenciosa.

     —Eso significa que gane.—Paso por mi lado y tomo la leche y su chocolate en polvo.—Te rindes así que yo gane.

Su sonrisa gigante me hizo sonreír, era muy tonta si pensaba que me ganaría, pero sería divertido hacerla pensar eso.

    —Bueno, no me encantaría aceptar eso, pero si me ganaste pequeña osita.

Deja la taza de chocolate en la isla, incluso brinca y aplaude feliz.

    —Pero solo es una tregua.—Me acerco a ella lo suficiente para ponerla nerviosa, pongo mis manos alrededor de ella, acorralándola entre la isla y mi cuerpo.—Así que disfruta tu pequeña victoria.

Sonrió por sus mejillas rojas y sus manos tratando de alejarme, pero lo único que logra es que sus mejillas se vuelven mucho más rojas por haber tocado mi pecho.

La dejo ir y sirvo mi plato, ella camina en silencio hacia el otro lado de la isla donde se sienta y ve el plato.

    —Creo que comeré mi cereal.

    —Oh, no, comerás lo que está en tu plato.—Señaló su plato con mi tenedor.—Me quedaron hermosos, así que los comerás.

    —No me gusta el huevo tomado.—Su boca se estira y hace un pequeño puchero.

La carcajada sale sin que fuera mi intención, pero su actuar de niña pequeña con su pelo revuelto, los ojos pequeños y con rastros de sueño y de la almohada en su cara la hacen digna de burla.

     —sabía que el huevo estrellado o frito, pero jamás imagine ver a una chica de tu edad llamarlo así.

El ruido de pies siendo arrastrados me indicaba que la pequeña osita come miel estaba despierta pero encerrada en su cueva. No puedo evitar sonreír, habían pasado alrededor de 20 días aproximadamente encerrado en casa sin poder salir, las experiencias vividas me habían hecho entender que no es bueno salir. Todo el mundo estaba loco porque las mascarillas y el gel antibacterial eran la moda actual.

Hasta Que La Pandemia Nos SepareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora