XII

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Capitulo XII
Ser más que un secundario

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                       No siempre justo
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Para muchas personas la vida podría resultar fácil y grata, sin complicarse realmente en realizar las cosas que desean y recibiendo gran afecto y amor de parte de numerosas personas casi sin darse cuenta de lo valioso que era.

Neito siempre odio a esas personas.

Cuando nació sus padres ni siquiera le dieron la mirada impresionada y afectuosa que le habían dedicado a sus hermanos mayores, y al crecer eso nunca había cambiado realmente.

Desde pequeño comprendió que su familia no lo deseaba en el momento en que pudo comprender el gran mundo que lo rodeaba, nunca hubo un beso de buenas noches, un abrazo de consuelo cuando se lastimaba y mucho menos palabras de felicitaciones por sus notas.

Siendo condenado a ser solo un rostro sin nombre, un personaje secundario en su propia vida.

Su hermano mayor, Monoma Hideaki, es el primogénito y más grande orgullo de sus padres, graduándose de su escuela con las mejores notas y considerado entre los 10 mejores neurocirujanos del país. Su hermana y la siguiente en la línea, Monoma Mitsu, es una prodigio de la música, siempre llenando la casa con sus hermosas melodías y sorprendiendo a su público en sus conciertos con el violonchelo.

Los talentos de Neito parecían cosas insignificantes a comparación de sus mayores, nunca pudo hacer algo que le gustaba sin escuchar las duras palabras de su madre al quejarse de tener un hijo sin aparente talento y a su padre tampoco parecía importarle.

Lloró amargamente en su habitación durante horas con solo sus animales de peluche como testigos.

El despertar su don debió de haber sido una experiencia grandiosa para un niño, ser felicitados por sus padres quienes estarían contentos por sus hijos, en cambio para él, despertar su don a la edad de cuatro años había sido una de las peores experiencias de su vida.

Mitsu y Hideaki poseían dones que destacaban y que cualquier persona se encontraría alabando, la habilidad para frenar el tiempo unos pocos segundos y la habilidad de copiar a la perfección cualquier habilidad que quiera—Menos dones—a la perfección.

Recordaba la vez que Mitsu salvó a una mujer y su hijo de ser atropellados por un auto cuando activo su don justo a tiempo y los saco de ahí, así como también podía ver diariamente a Hideaki aprender a hacer cosas nuevas con tan solo verlo una vez.

Sus padres estaban más que  encantados con sus perfectos par de hijos y sus perfectos dones, por lo que no fue una sorpresa para nadie menos para él cuando denigraron su don.

"¿Copiar un don durante 5 minutos? Que habilidad más inútil"

"Nunca llegarás a hacer alguien siendo tan patético"

Escuchar eso venir de tus padres no sería los más apto para alguien, mucho menos cuando se trataba de un niño de cuatro años que solo quería algo de amor de sus padres.

Comenzó a odiar su apariencia tanto como a su don cuando comenzó el primer año de primaria. Su cabello rubio no era de un color vibrante como el de Hideaki ni rizado como el hermoso chocolate de su Mitsu, sus ojos violetas eran opacos y parecían más grises que cualquier otra cosa, a diferencia de sus hermanos quienes heredaron un bonito verde aceituna de su madre.

No quería ser un secundario, el deseaba con todo su ser tener el protagonismo que siempre había deseado desde que era pequeño, no quería ser recordado como alguien más del montón por lo que opto por cambiar su personalidad, palabras y gestos más excéntricos y llamativos, un comportamiento elegante pero a la vez demostrando cierta locura, confianza y mucha superioridad.

No siempre justoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora