Una Victoria Cadmeana -COMPLETO-

Capítulo 96: Suerte líquida

Descargo de responsabilidad: Nada es mío; todo es de J K Rowling.

Así que me imagino que este es el capítulo que todos han estado esperando, aunque, dado que es el próximo capítulo, este es generalmente el caso, independientemente de su contenido.

Puede haber algunos temas oscuros en este capítulo, pero, si todavía estás leyendo esto por ahora, ¡sospecho que eso no te molestará tanto!

¡Disfruta!

Capítulo 96

La pequeña botella de líquido dorado brillaba y giraba mientras Harry retorcía cuidadosamente el corcho del cuello del vial. Dejó caer el tapón sobre el escritorio de Salazar, algo que sin duda habría indignado la pintura si hubiera estado cerca para ver.

'A los ouroboros', Harry sonrió irónicamente, levantando el vial en la dirección del contorno vacío del retrato.

El félix felicis sabía a chispas que estallaban en su lengua, como si alguien hubiera sumergido simultáneamente su cabeza en un charco de agua fría y bombeado fuego líquido en sus venas.

Sabía, sin el menor rastro de duda, que todo lo que quería sería, y que todo lo que necesitaba ser, era.

Esto irá perfectamente, se dio cuenta, riendo suavemente para sí mismo y dejando el estudio, deambular en la mano.

No esperaría más; no había razón para hacerlo. Su venganza estaba destinada a ser tomada ahora, estaba mareado ante la perspectiva misma, eufórico por la emoción incluso como la furia, ese punto puro de dolor y frío en su pecho estalló más allá de la sensación.

La piscina debajo del puente se congeló mientras caminaba sobre ella, el hielo se extendió desde sus pasos para atravesar las paredes y el techo de la Cámara de los Secretos, espinas de escarcha formándose a su paso.

El baño estaba vacío, como de alguna manera había sabido que sería.

El Mapa de los Merodeadores todavía estaba en la cámara, pero Harry no tenía ganas de recuperarlo, de hecho, ahora que realmente lo pensó, quería ir al Gran Salón.

Parece una buena idea, él decidió.

Limitó su magia ahora que estaba en la escuela misma, todos habían visto lo que le había hecho a los Tres Palos de Escoba, algo que le dijeron que los funcionarios del Ministerio no habían podido arreglar, al igual que los curanderos de St Mungo no habían podido hacer nada por Madam Rosmerta. Sus mejores curanderos mentales no habían podido hacer que recordara nada más que el sentimiento de impotencia y una furia vasta y opresiva.

Ignoró la punzada de culpa en su pecho, y continuó su camino más allá de las mordazas de los estudiantes, paseando suavemente hacia el estrado, y extendiéndose casualmente a través de la silla dorada de Dumbledore para esperar.

Los otros estudiantes parecían demasiado absortos en sus vidas para mirar hacia arriba y verlo, por lo que se drenaron lentamente, filtrándose a la sala común a la que pertenecían mientras Harry observaba pacientemente, girando su varita una y otra vez en sus dedos, disfrutando de la avalancha de calor de la madera.

Pasaron minutos, y con cada largo segundo que pasó, su anticipación aumentó, elevándose hacia una cumbre que no podía ver ni imaginar.

Una figura delgada y cansada se deslizó a través de las puertas en el otro extremo, deslizándose rápidamente a lo largo del centro de las mesas hasta que, de repente, consciente de que la sala no estaba tan vacía como creía, la figura se detuvo para mirar a Harry.