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Estaba alerta, podía escuchar sus pasos a la distancia, solo tenía que mantenerse muy quieto y esperar.

El conejo estaba comiendo algo, demasiado concentrado como para prestarle atención a su depredador.

—Emma

Mi mejor amiga me señaló con un movimiento de cabeza a Ren, solo suspiré.
Mire a mi novio que parecía fuera de si, escuchando detrás de mi como el conejo moría entre las fauses del coyote.
Solo lo abracé mientras trataba de sentir algo al ver cómo el ataúd de la madre de mi novio bajaba en aquella fosa para empezar a ser enterrada.

Realmente quisiera decir algo y subir su ánimo pero me era imposible.

Se supone que debo de entenderlo pero simplemente no puedo, mi padre murió junto a mis hermanos cuando yo tenía días de nacida.
Solo tengo una foto de recuerdo y a mis tías para contarme de él pero no soy capaz de tener algún sentimiento por alguien que no recuerdo.

Las horas pasaron y Ren no quería moverse del cementerio, solo sus hermanos y padre lo convencieron.
Todo el camino a su casa lo tome de la mano y aún cuando me ignoró para acostarse en su cama sin importarle nada, le dejé un beso en la frente después de cubrirlo con una frazada.
Saludé con un movimiento de cabeza a su padre antes de salir del lugar.

Llegué a casa después de tomar algunos transportes y suspiré harta.
Entendía que le dolía la muerte de su madre pero no era para tanto ¿Verdad?

Entre a casa y me tiré sobre el sillón, cubriendo mi cara con mis brazos.

—Odio los funerales

—Solo es uno, y posiblemente el penúltimo

Bufé antes de levantarme con cansancio y mirar a mi madre que leía uno de sus informes.

—Hola

Mamá se quitó los lentes y me miró con seriedad impropia de ella.

—Empaca tus cosas, nos vamos

Por un momento pensé que era una broma hasta que mi tía Christa se posicionó a su lado con una mirada perdida, iba a replicar, no podía dejar mi vida así como así, la escuela, mis amigos, mi novio.
Sí soy consciente de que en algún momento tendría que alejarme de ellos, tomar nuevos caminos pero no esperaba que fuera tan pronto. Quería reclamar pero mi mamá se apresuró a hablar.

—Solo será un pequeño tiempo, en lo que revelamos tu aura Emmanuelle

No pude evitarlo y recurrí a la fea maña de morder el interior de mi mejilla antes de hablar.

—¿Lo prometes?

Mamá se levantó de dónde estaba y se acercó a abrazarme, dejando un beso en mi frente para después suspirar cansada.

—Por supuesto cariño

—Bien, iré a empacar

Mamá solo apretó el abrazo y luego me miró a los ojos, sus ojos son lindos, son verde esmeralda, me abría encantado heredarlos.

—Pensandolo bien, nos vamos en tres días...

Esta vez sonreí, sabía que no quería hacerme sentir demasiado presionada.

—Gracias má

Finalmente subí a mi habitación donde empecé a guardar en una maleta algunas cosas, ropa, libros y libretas que tienen algo de mi.
Pasó un rato y escuche el auto de mamá, sabía que tardaría en regresar, era jueves.
Nunca supe que hacía de jueves a martes.

Supongo que entrenar.

Estaba leyendo una libreta que tenía algunas de mis partituras hasta que escuche unos golpes en la puerta.

LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora