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No entendía que ocurría, solo sabía que por más que me resistía los jalones eran peores, incluso tuvieron que esposarme cuando apuñale varias veces a un imbécil que golpeó a Sam.

No supe en qué momento anocheció, solo veía mis manos encadenadas, con el sonido fantasmal de los gritos de Ren rogando que me dejaran.

Finalmente el auto se detuvo frente a uno de los arcos que mamá me tenía prohibido acercarme.

Una luz violeta emergió de lo que parecía ser un remolino y un portal se abrió, suspiré temblorosa y me acurruque con Alex que solo me abrazo también temblando.
Sentimos un tirón y después de un leve mareó aparecimos frente a un imponente castillo.

De nuevo me alejaron de Alex y nos arrastraron al interior del castillo, solo quería a mi mamá de nuevo, que me sacará de esta y me dijera que todo estaba bien.
Pero toda esa ilusión se desvaneció al momento en que nos lanzaron a los pies de alguien, miramos arriba y el rostro desencajado de mi madre con la sonrisa enternecida de un hombre me hizo darme cuenta que estaba en el maldito infierno.

—Siguen igual de hermosos que el día en que me fueron arrebatados.

Solo mire al suelo aterrada, escuchando la voz de mi madre preocupada.

—Charles, esto no era parte del trato

Vi como fue hacia ella pero, un jadeo de parte de mi madre provocó que siguiera con la mirada hacía abajo.

—Tranquila, mi ángel, ellos tendrán los mismos derechos a sus demás hermanos

Solo cerré con fuerza mis ojos, tratando de parecer invisible.

—Ema no está bien, es la más frágil de los cuatro 

—Estoy seguro que si, pero es poderosa, es mi hija amada

Solo sentí algo levantarme del suelo y ponerme frente al mismísimo heredero al infierno, a mi progenitor

—¡Déjala!

Quise mirar atrás pero la mano del rey sostuvo mi cabeza y me obligó a mirarlo a la cara .

—Estas tan hermosa, mi dulce niña

—Dejalos en paz, ellos no tienen nada que ver en esto

Sabía que mamá trataba de llegar a nosotros, pero no podía despegar mi mirada de los ojos del ser que tenía enfrente.

—El trato era que dejaba a ese mundano tranquilo y tú volvías a tomar tu lugar como mi consorte

—Pero

Solo así me soltó, antes de voltear a ver a mi mamá y sostenerla del brazo.

—Nada, es más... Esta vez no podrás volver a escapar

La empujó con fuerza a dónde yo estaba, ella me abrazo y abrazo a mis hermanos que estaban detrás de mi.

—Tranquila, tranquilos

—mamá

Murmuré en un pequeño hilo de voz, tenía miedo, demasiado a decir verdad.

—¡Guardias! Lleven a la reina consorte a la torre de las lágrimas

—No

Solo me aferre a ella cómo si de eso dependiera mi existencia.

—No pondre resistencia si me dejas despedirme de ellos

—Tienes cinco minutos

—Alex, jamás te rindas, serás un buen escritor algún día

—No me dejes mamá

LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora