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El camino a ese lugar fue horrible, el silencio era total y era obvio que las dudas solo rondaban nuestras mentes.

Llegamos a una casa pequeña, curiosamente era igual a la mía, solo cambiaba el color.

Entramos y, en silencio, esperamos a que llegara nuestro padre.
Deseaba que fuera una vil mentira pero, en cuanto la puerta se abrió, pude ver a mi madre mirarnos sorprendida, hasta cierto punto parecía aterrada.

—Madre

Dijimos todos y la realidad cayó sobre nosotros.
Los tres chicos empezaron a reclamar a gritos, yo solo callé.
Quería reclamar pero simplemente no podía.

—Emma

Ni siquiera sabía que sentía en realidad, era un revoltijo de emociones que llegaron de golpe, mierda, toda mi existencia ha sido una vil mentira.
De haberlo sabido habria intentado hacer algo, más sin embargo finalmente llegó la decepción y derrota total.

—¿Porque?

Fue lo único que mi cabeza y mi voz pudieron formular.

—Lo siento mucho amor

Mamá intentó tocarme pero retrocedí al sentir su tacto como si me quemará.

—¿Por qué me hiciste crecer sola si a este mundo no llegué sola?

Finalmente las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas.

—Mi niña, esto era lo que quería evitar, tu condición no

Solo negué cuando trato de acariciar mi mejilla, por un momento, mis lágrimas parecían estar dispuestas a inundar toda la casa.

—Sé mi condición, sé a lo que me arriesgaba al venir aquí y ahora sé lo cruel que fuiste conmigo

Mamá solo negó tratando de no llorar también, y era obvio.
Siempre fui su princesa y trataba de protegerme demasiado pesé a qué también me enseñó a ser cazadora.

—¿De que condición hablan?

No siquiera mire a mis tías, Cordelia pregunto y se le escuchaba aterrada.

—Tiene un problema médico, al contrario de sus demás hermanos, ustedes tienen sellos en sus auras pues nada asegura que sus cuerpos las resistan

Por un momento todo quedó en silencio hasta que un par de brazos me rodearon con fuerza pero sin llegar a lastimarme y yo solo me gire a refugiarme en su pecho.

—¿Algo más de lo que nos hayas prohibido o privado?

Era Alex, se le escuchaba molesto pero solo recibió más silencio como respuesta.
No supe cuánto  tiempo nadie hablo, solo se que se me hizo una eternidad antes de volver a escuchar a mi madre.

—Lo hice para protegerlos

Solo sentí que Alex me apretaba mis contra su pecho y las pisadas de otras tres personas que nos rodearon antes de escuchar que la puerta se cerraba.

—Tranquila... Estaremos bien.

Murmuró Sam, mientras él y Matteo se unían al abrazo.

LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora