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  Su rostro, ese rostro tan familiar para mí. Imágenes de Londres, España, Paris, México, Chile... el siempre estaba ahí. Lo veía de reojo siempre, pero nunca le prestaba tanta atención. Ahora me doy cuenta que siempre estuvo tan cerca, siempre estuvo ahí para que le pidiera que me salve, pero nunca lo había reconocido.

Mi padre me dijo que lo iba a reconocer cuando lo mirara a los ojos, que ahí lo haría, pero eso nunca sucedió ya que siempre iba distraída, tratando de esconderme para que no me encuentren.

-Yo... yo lo he visto.-dije todavía en shock.

Mi padre me miro y asintió.

-Él siempre estuvo para ti, pero nunca lo viste con más atención ¿verdad?

Yo asentí todavía perdida en mi mundo. Su pelo era de un color oscuro y su piel era un poco morena, como si hubiera tomado mucho sol este verano. Su boca estaba en una fina línea y sus músculo se marcaban atreves de su fina remera azul.

(...)

-¿Volverás?-me pregunto mi pequeña hermana.

-Claro que si, volveré cuanto antes preciosa.-dije y le di un beso en su frente.

Me levante y abrace a mi madre, sentí sus sollozos en mi hombro y como mi chaqueta se mojaba.

-Todo estará bien madre, volveré.-le dije tratando de que sonara lo más creíble.

Ella se separo de mí y me sonrió. Miré a mi padre que estaba al lado de la puerta y me hizo una mueca.

-Trataré de encontrarlo.-dije mirando el suelo.

-Lo harás, él está más cerca de lo que tú piensas.

Le agradecí a mi padre por su apoyo y me marche en la noche. Hacía tanto tiempo que no me despedía de alguien que me pareció muy extraño desaparecer con gente sabiendo de ello.

Caminé sin rumbo alguno, tratando de guiarme por la luna, tratando de encontrar mi camino.

No sabía dónde se encontraba él y tampoco sabía dónde podía encontrarlo, solo sabía cómo era su rostro y como eran sus hermosos ojos.

Perdida en las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora