Capitulo 2 *Hermandad*

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Al otro lado del campo de batalla Sigfried encima de su caballo Bhuldur y los Husares alados de Kislev se encontraban galopando hacia el otro ejército de caballería, sabía que se chocaría con el otro Atamán y su Oso de guerra Sr Bughs, estos se dirigían ambos a realizar la carga de caballería, los primeros en chocar serían los conformados por caballos de Kislev luego entrarían los Osos de guerra junto la Ataman Sergi Boncob, está iba a ser la batalla más dura, los osos de guerra de Kislev son criaturas extremadamente fuertes y resistentes, y o clima era muy hostil así que sus habitantes tanto humanos como animales eran resistentes. El retumbar de ambas caballerías eran fuertes, estas resonaban en todo el campo de batalla, ambas caballerías conformadas por lanzas, y dirigidas por sus capitanes de nuestro lado el capitán Grug caracterizado por ser pelirrojo, y por tener una barba cuál la de un enano barbalarga, confiado con sus hachas de manos y varias como arrojadizas. Y el del otro lado Mahor de Baelhin notorio por ser de los mejores capitanes, y caracterizado por ser de los más altos y corpulentos de todo Kislev media más de 2 metros con facilidad, algunos lo apodaban el gigante.


Ambas caballerías chocan en una frenética carga en dónde las lanzas llegaron a partirse por chocarse contra las armaduras de hierro, otras atravesaban la carne tanto del jinete como del animal, la primera línea de ambos ejércitos había Sido catastrófica en lo que se concierne a bajas, la nieve que se encontraba de paisaje se tenía de un rojo vivido por toda la sangre derramada, la carga continuaba y los gritos de desesperación y angustia eran muy fuertes, los animales agonizando y las Kislevitas de ambos ejércitos sufriendo tal golpe, aún así la carga había llegado a su fin y era un combate entre caballerías montadas ya, dónde la destreza se vería.

Ambas caballerías chocan en una frenética carga en dónde las lanzas llegaron a partirse por chocarse contra las armaduras de hierro, otras atravesaban la carne tanto del jinete como del animal, la primera línea de ambos ejércitos había Sido catast...

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Entre ellos, dos capitanes que habían luchado juntos en el pasado grandes guerreros que habían peleado desde que solo eran reclutas, habían luchado contra las hordas de orkos del sur o alejado a los barbaros Norses del Norte, que habían pasado inviernos, batallas, y que ahora se encontraban cara a cara pero en bandos opuestos. El capitán Grug, del clan de los lobos blancos, era un guerrero pelirrojo y barbudo, que empuñaba dos hachas de mano y llevaba otras tantas como arrojadizas. Era famoso por su valor y su astucia, y por su lealtad a su clan.

El capitán Mahor, de Baelhin, era hombre muy alto, inclusive de ahí su sobrenombre "el gigante" de más de dos metros de altura y una corpulencia impresionante

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El capitán Mahor, de Baelhin, era hombre muy alto, inclusive de ahí su sobrenombre "el gigante" de más de dos metros de altura y una corpulencia impresionante. Llevaba una armadura pesada y una espada larga, que manejaba con destreza. Era conocido por su fuerza y su honor, y por su devoción a su Atamán. Ambos experimentados capitanes y antes amigos, compañeros, y hoy, dos enemigos, se enfrentarían en una espiral de danza y muerte.

Desde el primer momento en que se vieron y se reconocieron al instante. Pero ahora eran enemigos irreconciliables, que defendían ideales opuestos. Se abrieron paso entre los soldados y se dirigieron el uno al otro con determinación.

Los caballos relinchaban y se aceleraban, sus cascos levantando nubes de nieve que se mezclaban con el vapor de sus alientos. Los capitanes, con los ojos encendidos de determinación, levantaban sus armas al cielo gris. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, se lanzaron un grito de desafío que resonó como un trueno en el campo de batalla.

Se abalanzaron uno contra el otro con una furia desatada. Comenzó una danza mortal, donde cada movimiento era un golpe certero y cada golpe una defensa desesperada. La nieve se teñía de rojo bajo sus pies, mientras los soldados caían a su alrededor. Los capitanes se conocían bien, y sabían los puntos fuertes y débiles del otro. Se esquivaban con agilidad felina, se bloqueaban con fuerza sobrehumana y se contraatacaban con una precisión letal.

El sonido del acero chocando resonaba en el aire helado, mezclándose con los gritos de los heridos y el estruendo de la batalla. Los capitanes, envueltos en una lucha feroz, parecían dos titanes enfrentándose en un duelo eterno. Cada golpe era un intento de romper la defensa del otro, cada movimiento una estrategia para ganar la ventaja. La nieve seguía cayendo, cubriendo el campo de batalla en un manto blanco que contrastaba con la brutalidad de la lucha.

-Lo siento viejo amigo pero tengo que acabar con tu vida- dijo Mahor con un tono de furia y tristeza

-Sueñas que dejare que ganes esta vez- dijo Grug con determinación.

Los caballos seguían el ritmo de sus jinetes, girando, saltando y esquivando. Ambas hachas y la espada chocaban de forma brusca y solo era cuestión de tiempo para que una reclamase la vida del otro. La batalla duró varios minutos, pero pareció una eternidad. Ninguno de los dos lograba herir al otro de gravedad, pero tampoco cedía terreno. La nieve se acumulaba sobre sus armaduras y sus capas, y el frío les calaba los huesos.

Pero no sentían nada más que el odio y el deseo de vencer. Ambos hacían notorio su cansancio, el jadeo era muy pronunciado, y sus monturas igual, ambos retrocedieron para dar su última carga, ambos estaban cansados y sabían que este sería su última oportunidad para acabar al otro.

-¡¡¡Mahor, ríndete o tendré que ponerme serio!!!- Grito Grug

-Sabes que ni tu ni yo se rendirá, cada uno tiene su ideal y sabe porque siguió a nuestros Atamanes- Respondió Mahor

Los dos se alinean y cabalgan con un estruendo que recorre el campo de batalla, ambos vuelven a danzar en una carga mortal y finalmente, Grug de la Torre vio una oportunidad y lanzó una de sus hachas arrojadizas hacia la cabeza de Mahor. El gigante reaccionó a tiempo y levantó su espada para bloquear el proyectil. Pero no se dio cuenta de que Grug había lanzado otra hacha justo detrás de la primera. La segunda hacha impactó en el cuello de Mahor, haciendo que cayera del caballo. Grug bajo de su caballo y se acercó al caído para rematarlo. 

Este se acercaba con tristeza, sus pasos pesados sobre la nieve crujiente. Era evidente que no quería hacerlo. Su mano aún temblaba por el acto que había cometido, y su mirada mostraba un profundo arrepentimiento. Pero antes de que pudiera decir una palabra, Mahor, con sus últimas fuerzas, le clavó su espada en el pecho.

—¡Maldito! Olvidé lo terco que eres... —dijo Grug, su voz quebrándose mientras la sangre brotaba de su herida, tiñendo la nieve de rojo.

—Mejoraste mucho desde la última vez, amigo mío... estoy orgulloso de ti... —la voz de Mahor se desvanecía, apenas un susurro en el viento helado.

—Ya pelearemos en otra ocasión, amigo... —Grug se desvanecía lentamente, sus ojos perdiendo el brillo de la vida.

—Esta vez te... ganaré... —Mahor dio su último aliento, su cuerpo cayendo pesadamente sobre la nieve.

Los dos capitanes se miraron a los ojos por última vez. Cada uno cerró los ojos para no abrirlos jamás, con una ligera sonrisa y tristeza en sus rostros. Esa expresión perduraría en los cantos de los bardos sobre los hermanos de otra sangre que formaron una hermandad en el pasado, pero que tuvieron que escoger un bando en una pelea que definiría el futuro de su estirpe. Ambos murieron juntos en medio de la batalla, en medio de la nieve, en la tierra que los vio nacer y por la cual darían sus vidas sin pensarlo.

La nieve seguía cayendo, cubriendo sus cuerpos en un manto blanco, mientras el eco de su lucha resonaba en el campo de batalla. Los soldados que sobrevivieron contarían la historia de los dos capitanes que, a pesar de estar en bandos opuestos, compartieron un vínculo inquebrantable hasta el final. La tierra que los vio nacer y morir se convertiría en un símbolo de su sacrificio y valentía.

Kislev: Sombras de Guerra (Warhammer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora