Cap 1

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Miraba fijamente esas maletas, las que contenían toda mi ropa. Un total de 8 maletas ¿Cómo podría con ellas? No podía pedir ayuda a los de la servidumbre, en parte porque ya se habían ido a la nueva casa, arreglando para cuando nosotros llegásemos, y otra que papá estaba muy ocupado llevando las cosas de Ian- mi pequeño hermano de 8 años- y no se haría cargo de las 8 maletas de su hija de 16.

Fulmine las maletas con mi mirada, sabiendo que no le haría nada. Tome una y con cuidado de no caer por las escaleras y abrirme la cabeza en el intento, baje lentamente, escalón por escalón. Así hice con todas las 8 malditas maletas, quedando agotada simplemente.

— Estúpida, muévete, llegaremos tarde al aeropuerto. — Llamo mi hermosa hermana mayor Lara. Por más que nos insultamos, es con la que más confianza tengo.

— No me llames así pelotuda — Respondí tratando de al menos, levantar tres maletas a la vez, o simplemente arrastrarlas.

— Le diré a Papá que dicen malas palabras — Entro Ian por la puerta de entrada.

— Cállate piojo — Dijo Lara.

— Cállate tu — respondió desafiante. Así era todos los días, una pelea tras otra.

— No...— No deje terminarla.

— Ya paren, me tiene harta — respire hondo y tome las tres maletas, llevándolas al coche que nos llevaría a nuestra nueva "residencia".

Ya todo el equipaje cargado, papá ordeno al chofer llevarnos al aeropuerto.

Anunciaron nuestro vuelo, haciendo que Papá, Lara e Ian, se levantaron y fueran tras el vuelo que nos llevaría una nueva ciudad.

Ya sentada, me puse mis auriculares haciendo sonar Worth It simplemente, hermosa canción.

Siento que el asiento de al lado se hunde, miro a mi izquierda y veo a una chica, no era alta, digamos que era bastante bajita, tenía el pelo tirando a café, tez blanca, no como la leche, pero si bastante. Y unos grandes ojos cafés. Éramos dos polos opuestos, ya que yo tenía ojos color miel, pelo castaño claro y no era para nada bajita, mi tez era bronceada común.

— Hola— Saludo con la mano, arreglando su pequeño bolso, el cual traía colgado del cuello.

— Hola— Sonreí amable

— Me llamo Verónica, pero no me llames así, dime Vero, me gusta más. Siento que con mi nombre completo están regañándome—Reímos.

— Esta bien, me llamo Oriana Sabatini— Sonreí.

— ¿Sabatini? — me miro bien y luego su cara cambio a sorprendida— OH POR DIOS ERES UNA SABATINI— grito, haciendo que Lara, la cual estaba hasta tras, mirara y riera como una estúpida.

— Oye, no lo grites— murmure.

— Oh por dios, ¿Qué se siente ser tan poderosa? — Pregunto.

Simplemente me encogí de hombros.

— Chica, tu eres rara— Dijo, provocando que yo riera, ella siguió mi risa.

Así pasamos todo el viaje, hasta me entere que ella no era de aquí, solo venía a visitar a sus tíos y volvía para los ángeles.

— Te espero en la fiesta que organiza mi hermano hoy— Me entrego un papelito con una dirección. Sin dejar que me contestara, se colocó sus auriculares y al parecer se durmió.

También me di la vuelta, y mirando las nubes lentamente me quede dormida, me esperaban 5 horas.

Adiós Londres, aquí voy L.A.

(***)

— Nos vemos en la fiesta— Dijo Vero, despidiéndose de mí.

— Claro, adiós— Salude con mi mano.

— Oriana Ya ven por tus maletas— Aviso Lara.

— Calma hermanita— La moleste.

— No hables así Oriana, sabes que me molesta— Suspiro frustrada.

— Pues te aguantas— Le saque la lengua

— Infantil— Se dio la vuelta y se fue con mi padre al coche que nos esperaba.

¿Para qué quería yo ir en una limosina? Esto era mucho, llamaría mucho la atención, no quiero tener amigos por mi apellido.

En todo el camino escuche a Lara contar lo feliz que estaba al pronto cumplir los 21, nos llevábamos 4 años, pero parecíamos de la misma edad.

La limosina tiene una pequeña ventanilla en la parte superior, Lara y yo nos salimos por ahí y veíamos como la gente quedaba mirando tal coche.

— OH SI, LAS SABATINI HAN LLEGADO— grito Lara, recibiendo un golpe de mi parte.

— Cállate Lara.

— Oriana...- Reprocho el golpe.

— Sh—La calle, y reímos.

Doblamos en una manzana donde había casas de lujo, a lo que me refiero, casas de gente con mucho, mucho dinero.

Estaba mirando las casas pero entramos en la más grande. A mí me gusta, aunque también me convencería con una más pequeña, pero papá dice "Lo mejor para mis pequeños" y tipo, Ian, no dice nada, Lara tampoco, yo menos.

Al bajar, nos esperaban los empleados, bajaron mis maletas y la llevaron a mi habitación, la cual luego tendría que adivinar cuál era de todas las habitaciones que tenía esta gran casa.

Entramos, todo era perfecto, era casi igual a la anterior casa, solo que nos mudamos a esta ciudad, por "trabajos" de papá.

—La casa es enorme papi— Abrace a mi padre.
— Sí que lo es. —Contesto correspondiendo mi abrazo.
Me separe de su abrazo y subí las escaleras para buscar mi cuarto.
—Oriana, tu cuarto es la que tiene el balcón para enfrente—Grito Lara desde la que ahora sería su habitación.
— Gracias— Respondí. Estaba todo desarreglado... este día seria agotador.
La puerta se abre dejando ver a mi padre.
— ¿Qué pasa? —Lo mire.
— Dentro de 3 días comienzas las clases. — Sonrió burlón.
— Diablos, odio ser la nueva— Reímos.
— Oye, ¿necesitas ayuda? — Miro el relajo de mi habitación.
— No lo creo, puedo con esto. —Sonreí.

Después de 6 horas termine todo, al final si necesite ayuda, el armario estaba todo sin las maderas y yo no sabía armarlo. Todo el personal de servicio termino ayudándome con mi habitación. Qué vergüenza.

Después de todo, me recosté en la cama ya arreglada y observe mi nueva habitación, abrí la puerta del que al parecer seria mi armario.

Era mucho más grande, y venía con mucha ropa incluida. Esto era obra de Papá, solo que la ropa haya aparecido de la nada.

Mire a mi derecha, el armario era espacioso, podría traer amigas para estar aquí dentro- Reí ante mi comentario-

Estaba un largo recorrido, lleno de Zapatos de todas las clases, ropa ni te cuento y maquillaje- lo cual no huso- Llenito.

Sueño de toda chica verdaderamente.

Salí y vi que mis maletas estaban vacías, lo que quería decir que mi ropa vieja también estaba guardada.

(***)

Baje a comer, un olor a panqueques inundo mis fosas nasales.

Me senté en mi correspondiente lugar y comencé a comer junto con mi padre, y hermanos.

— ¿estaría bien que valla a una fiesta mañana? —Pregunte a, mi padre, este levanto la vista de su teléfono y sonrió.

— ¿Ya hiciste amigos, linda? — Rio.

— La chica del Avión, ¿recuerdas? — Llene mi boca de esa deliciosa comida, la cual María, había hecho.

Asintió— Por mi ve, solo cuídate mucho Oriana— Su mirada cambio a preocupado— Tal vez estaría bien que te lleve Scott-chofer-. —dijo.

— Claro— Seguimos comiendo.

Subí a mi habitación, entre al baño, coloque mi pijama y me acosté a dormir, mañana sería un gran día.

TemidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora