Temido

Cap 25

Abrí mis ojos con dificultad, las lágrimas se habían secado en ellos y había mucha lagaña en ellos.

Me moví no muy lento ni tampoco rápido en la cama, unos brazos rodeaban protectoramente mi cintura.

Lara.

—Lara—La llame, mi voz salió ronca, como cada mañana.

Mis ojos ardían, a pesar que no estaba llorando, quedaron restos de la noche anterior.

—Lara— La moví llamándola nuevamente.

—Negra sucia, déjame dormir—Reí

—No jodas, ya muévete, quiero bañarme—Dije riéndome.

—Ya, ya— Se resignó.

Se levantó sacándome su mano de mi cuerpo y me metí dentro el baño.

El agua caliente relaja mis músculos, aparte hacia un frio de puta madre, a quien no relaja el agua caliente en pleno otoño.

Esparcí el jabón por todo mi cuerpo, me enjuague mi cabello con las cremas especiales que me compro todo el tiempo, no quiero que se quiebre o algo por el estilo. Eche crema corporal por todo mi cuerpo haciendo que este quede como si tocasen un algodón. Cerré la llave haciendo que la lluvia artificial ya no callera.

Salí envuelta en la toalla y con otra envuelta en mi cabello.

Y por casualidad, Lara dormía en mi cama.

Me vestí común, no tenía pensado salir. Salí y Lara refregaba sus ojos.

— ¿Sabes que quiero?—Pregunto.

Negué.

—Quiero tocar el piano—me miro fija— toquemos juntas—Sonreí.

—Vale—Sonreí y esta me siguió.

Lavo su cara y fuimos hasta donde mi gran piano se encontraba.

—No sé qué cantar— Me miro Lara.

—Yo si—Sonreí recordando una melodía grandiosa, que tocaba cuando iba a clases de piano.

Me senté y Lara a mi lado. Pose mis dedos tocando una tras otras las teclas haciendo un ruido escandaloso. 

La mire, esta me sonrió y supe que quería iniciar con la canción, melodía, o como gusten llamarla.

Toque la primera tecla, Lara tan solo esperaba que yo siguiera, para ella comprender cual era la canción que idee tocar.

Mi pulso se alteraba, una sensación magnifica que escucho solo al tocar gran instrumento que lleva oculta grandiosas melodías.

Lara, supo de inmediato que era o mejor dicho, cuál era la melodía que se me ocurrió tocar.

En la habitación solo se oía el sonido del piano. No hay cosa más grandiosa que lo que se siente estar sentada tras uno y tocarlo liberalmente.

Al terminar la melodía sonreímos, cerramos la tapa del piano y nos levantamos para salir. En la puerta de salida estaba mi padre, si así podría llamarlo.

Mi sonrisa desapareció, y solo vi un desprecio en la de Lara.

—Cantaron precioso—Alago.

Asenti, e intente salir de allí.

—Oriana...—Hablo este.

Simplemente lo ignore cinchando del brazo de Lara.

—Tienes el mismo carácter de tu madre—Me reprocho molesto.
—NO METAS A MAMÁ EN ESTO—Grite furiosa.

—LA METO SI—Ataco molesto.

—¿DÓNDE QUEDO MI PADRE? El que me trata bien, el que nunca jamas hizo que recordara la muerte de mi madre ¿Dónde mierda quedo?—Dije molesta.

—Sigo aquí—Dijo apenas audible.

—No—Reí hipócritamente— Cambiaste, en pocos días cambiaste. No puedo creerlo, por esa maldita zorra que solo quiere tu maldito dinero—Escupí molesta.

—NO ES UNA ZORRA, TU ESTAS CELOSA QUE YA MI CARIÑO NO IRA TODO PARA TI LUEGO QUE ME CASE— ¿case? ¿Se casara?

—Te odio—Dije molesta.

—Solo estas celosa—Reto.

— Me decepcionaste, jamás creí algo así de ti. Jamás.

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