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Habían pasado 5 meses desde que Dahyun y Sana mantuvieron esa casual charla. Gracias al tiempo compartido, el grupo de chicas, todas lideradas por Jihyo, solían pasar los recesos juntas. Fue así como se fueron compartiendo las charlas, se fueron dando los abrazos y se expandieron los vínculos. Juntas, todas poseían una presencia más formidable e imponente. No faltaron las fiestas o las reuniones a las que eran invitadas por simpatía, pero, tampoco se salvaron de los rumores maliciosos que se regaban por toda la escuela.

Dahyun cada vez se sentía más interesada por Sana. La personalidad de la japonesa era tan vital y relajada, que la ponía de buen humor incluso en sus peores días. Inclusive la misma Kim se llegó a preguntar si en algún momento Minatozaki tuvo algún comportamiento irresponsable o cuestionable. Pero las respuestas a sus dudas no tardaban en llegar, y siempre eran las mismas, "Sana Minatozaki era un amor de persona, y sería totalmente incapaz de presentar un carácter horrible"  

En las largas tardes en que la japonesa la acompañaba de vuelta a su casa, Kim Dahyun aprendió de sus gustos y aficiones, y sostuvo charlas inagotables llenas de tranquilidad. Del asunto de los moretones no se volvió a hablar más. De hecho, solo hubo una única ocasión en que la menor se armó de valor para retomar el inquietante tema. Solo recibió una simple respuesta.

-Sigues con ese tema Dubu? No te deberías preocupar, a veces eres una exagerada, pero eso me gusta.

Dahyun se sonrojo ante la declaración de Minatozaki.

-Es que fue muy raro, o sea simplemente piénsalo.

-No me hables de cosas raras que tu no tienes derecho de opinar de eso-Sentenció la contraria, lanzando una pequeña risa-No te olvides que hay videos tuyos bailando como águila en la iglesia.

-No me arrepiento de eso-Se carcajeo Dahyun.  

Recuerdos como esos se agolpaban en su mente, llenando sus sentidos y sumergiéndola en una dulce realidad soñada. Los días en que Sana no la acompañaba a su vivienda, se sentía vacía y abandonada en un mismo tiempo. Comúnmente se preguntaba como se sentirían las personas que no habían experimentado aquel cariño incondicional, no podía imaginarse una rutina tan aburrida y desgraciada, puesto que aquel sentimiento la llenaba de gozo.   

No se había detenido nunca a discernir que era lo que exactamente sentía. Por eso el día en que su familia toco el tema, iniciaron sus dudas respecto al origen de sus sentimientos.  

-Ayúdame a poner la mesa, Dae- Pidió aquella mujer de ahora 45 años, llevaba el pelo recogido elegantemente en un moño alto, una blusa almidonada y una falda larga que llegaba hasta la altura de sus rodillas.

Dahyun asintió y rápidamente se dirigió a los estantes de la cocina, sacando con delicadeza la vajilla importada con la que tanto había soñado su madre en años posteriores.  

-Eun pasa a la mesa por favor.

El hombre sentado en el sofá se incorporo rápidamente.

-Por que no invitaste a la chica que te acompaño? Quizás podría haber tomado la cena aquí...-Menciono su madre.

-Hum, Sana tenía que regresar a su casa, no podía retrasarla mas. 

-Suho no te acompaña de la escuela?

Dahyun casi se atragantó con su bebida debido al inesperado comentario.  

-Ehhh no, en la escuela no nos hablamos.

-Se ve que es buen chico, siempre llega puntual al coro y nunca falta. Su familia también es muy educada.

-No creo que este en eso de gustar de las chicas, creo que el se va mas para el otro la- Menciono el hombre.

Ojitos Lindos | SaiDaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora