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No había visto a superiora después de ese día. No lo querría admitir pero realmente la extrañaba a pesar de haberle hablado muy poco. Sentía como algo dentro suyo se prendía como si se tratara de una vela al tener sus tontas ilusiones de que la japonesa iba a entrar al salón una vez más. Obviamente no fue así, y por tres días estuvo otra vez aburrida y cansada esperando una novedad, y esa novedad que tanto deseaba era entablar una conversación con la chica de la que tanto oía hablar antes. Resultaba gracioso que a pesar de a veces escuchar su nombre en conversaciones ajenas nunca hubiera sabido quien era, al menos hasta el momento en que la vio en persona por primera vez. En esa mitad de semana por así decirlo, contuvo sus ganas de buscar la cuenta virtual de la mayor y enterarse de que había pasado, puesto que se sentía infinitamente nerviosa y cobarde.  

La visión de la serie de marcas en el muslo de la joven no desaparecía de su mente, era como si se tratara de un alma en pena que recorría los pasillos de su memoria, con el único fin de malograrle los días y las noches, de tenerla como una esclava, pensado en la suerte de alguien que obviamente casi ni conocía.  

Era jueves por la tarde y Dahyun iba a tener que regresar a su casa sola otra vez, no tenía mucho miedo de que algo pudiera pasarle, ya que siempre se encontraba en constante comunicación con sus amigas, su hermano y sus padres. Con la mochila al hombro, Dubu caminaba algo encorvada a través de las frías calles de la época, tenía las manos congeladas y el trayecto se hacía cada vez más insoportable. No había sido un buen día. Encima de no haber visto a Sana casi nunca, tuvo que aguantarse las ganas de tirarle un puñetazo al imbécil de Heechul, que como siempre volvió a tener una acalorada discusión con Momo. Ambos fueron llevados a la dirección por el malentendido, y Hirai estuvo deprimida todo el día. Ni Tzuyu, ni Jihyo, ni Chaeyoung asistieron, quebrando aún más el ambiente.  

Pasó por calles concurridas hasta llegar a los calmados suburbios, todos llenos de casitas idénticas entre sí, que llamaban su atención  distrayéndola peligrosamente de su entorno. Escucho unas voces que parecían estar discutiendo del otro lado de la calle, en un pequeño callejón que estaba exactamente situado al lado de una casa abandonada. Kim se estresó aun más. Ya se había hartado de ver a tantas personas discutir y ser infelices, no solo había ocurrido lo de Momori y Heechul si no que sus propios padres también habían aprovechado en pelearse por la mañana, por un asunto que ni siquiera tenía importancia.

Giró la mirada hacia la zona de los ruidos y se topo con una silueta algo conocida. Lo reconoció finalmente como Suho, otro chico que iba a su misma escuela y era participe del coro de la iglesia a la que iba. Sinceramente el le caía bien, parecía ser alguien sonriente y calmado por lo que se sorprendió con respecto a la situación que estaba observando.  Se asomo un poco más y todas sus conjeturas cayeron al piso, al igual que su autocontrol. Agazapada contra la pared pudo observar a una Sana algo temerosa. El tono de voz de Suho aumento considerablemente y la japonesa solo miraba al piso avergonzada.

-Perdón por no avisarte, es que ese día iba a salir...-Dijo una Sana incomoda.

-Ya se, ya se de verdad no me hubiera molestado por eso, solo quería preguntarte por que no me dijiste- Contesto frustrado- A lo que vengo es que eres una perra, no sabía que irías a manosearte con Eunha.

-No fue así, ya te lo explique todo de una vez ¿por que no entiendes?

-No me jodas ni siquiera la conociste bien, la conociste hace 4 días solamente. No tienes explicación ni si quiera es que sea tu alma gemela, ni que la conocieras desde hace años o algo así.-Molesto, continuó con su monologo- ¡Si no me querías debías haberme avisado carajo, pero no, vienes hasta acá como si fueras una santa a decirme que de verdad te gusta ella cuando solo la conoces 4 putos días, ni si quiera es como si hubieras tenido un amor platónico con ella, literalmente lo único que hiciste fue saludarla y toquetearla literalmente! Y vengo yo, como un imbécil a enterarme que esta no es la única vez que hiciste cosas como esas.

Ojitos Lindos | SaiDaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora