Era 1974, y yo vivía en pueblo de Almería, era un pueblo pequeño y vivíamos solo mi madre, mi hermano pequeño y yo.
Mi padre murió cuando yo tenía dos meses, mi madre dijo que murió por defendernos, dice que una noche entraron a casa a robar y él salió a para echarlos de la casa y le dispararon tres veces.
Mi familia iba todos los domingos a misa, yo nunca fui muy creyente, pero tenía que ir por obligación. Además, también tenía que ir a catequesis porque también me obligaban a hacer la comunión. Una vez que estaba en catequesis el cura dijo:
-Si no cumplís los diez mandamientos, Dios os enviara al infierno.
Entonces yo pregunté:
-Pero si Dios es amor y misericordioso ¿por qué iba a condenar a sus hijos a tal sufrimiento?
El cura me miró serio y me dijo:
-Tu padre Antonio murió ¿verdad?
-Si – Respondí.
-Pues seguro que está en el infierno, luego quiero hablar con tu madre- Dijo el cura.
Al terminar la catequesis el cura me agarró del brazo y me llevo a mi madre y le dijo:
-Su hijo ha manchado el nombre de Dios con semejantes palabras.
-Perdón padre Emilio, no volverá a pasar. - Dijo mi madre
-Más te vale, aunque sabiendo de donde viene será igual que el inútil de su padre.
Mi madre me miró seria y no me dijo nada hasta llegar a la casa. Una vez allí ella cogió un mechero, me lo puso debajo de la mano y me dijo:
-¿De verdad quieres acabar aquí?
Yo confundido y asustado le pregunté:
-¿Por qué iba a quemarme?
Y mi madre respondió:
-Porque Dios manda a la gente que es malvada al infierno.
Entonces quité mi mano y dije:
-Lo siento no lo volveré hacer.
Después me fui a mi cuarto donde estaba mi hermano pequeño. Estaba jugando con unas cartas que tenía y me senté a ver como jugaba. Después de todo el día decidí dormir un rato, pues estaba cansado de ese día.
A la mañana siguiente me tocaba ir al colegio, así que cogí mi mochila y me fui para allá. Una vez allí entré a clase y me senté en mi sitio. Entonces comenzó la clase, y la maestra preguntó:
-¿Cómo se llaman las células sin núcleo?
Entonces mi maestra me empezó a mirar y dijo:
-Lo va decir Toni, vamos a ver si sigue siendo igual de imbécil.
Toda la clase comenzó a reírse y eso para un niño de ocho años le afectaba bastante.
Entonces después de eso me puse nervioso y de la presión comencé a aguantar las ganas de llorar, pero se me salieron algunas lágrimas.
-Vaya, ¿Es que estás pensando en tu padre? -Dijo mi maestra.
Pero de los nervios no respondí nada y agaché la cabeza.
-Pues nada, el burro no quiere hablar. -Volvió a decir la maestra.
Entonces toda la clase comenzó a gritarme: ¡Burro!, ¡Burro!,... Y ese fue mi nombre durante mucho tiempo.
Esto ya pasó muchas veces y mi palabra no es que valiera mucho así que no decía nada. Al terminar el colegio me fui a mi casa, dejé la mochila, y me fui a dar una vuelta pensando en mis cosas. Entonces a lo lejos vi un puente, me acerqué y me senté encima, y comencé a pensar sobre como las personas me trataban. Se me vino muchas veces a la cabeza frases que me decían, y no paraba de preguntarme porque solamente me pasaban cosas malas, también pensé en porque merecía este trato de las personas hacia mí.
Decidí saltar, me puse de pie agarrándome a las barras, cerré los ojos, pero de repente, alguien me tocó el brazo y me cogió para bajarme de arriba.
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La magia de la vida
Historia CortaEsta historia cuenta la vida de Toni, un escritor de una columna del periódico que cuenta que cuando era pequeño tuvo una vida horrible, lo pasa muy mal, y un día estando muy triste fue a lanzarse por un puente, pero de pronto apareció un ser mágico...