Prólogo: los susurros que pronuncian tu nombre

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Durante el eco del silencio, se escucha el susurrar del viento, de los latidos y el dulce sentimiento.

Los susurros le anuncian su llegada.

El amor florece ante cada gesto, cada sonrisa y suspiros compartidos.


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Los hermanos Min desde muy pequeños habían sido demasiado unidos, no solo por el lazo que los une, sino porque ambos entendían lo que pensaban e incluso compartían un humor similar, los dos eran tan iguales, pero diferentes a la vez: Ella amaba actuar en los escenarios, él amaba todo lo que tenía que ver con libros y música, ella era una chica muy risueña con el sueño de tener algún papel importante en una serie o película que la llevara a ser una estrella internacional, mientras que él, se trataba de un hombre que escondía sus sentimientos -por cosas de la vida- encargado de su preciada librería donde hasta el fondo había un cuarto que guardaba los libros antiguos de la colección de Min Yoongi y donde brotaban las canciones que el pelinegro interpretaba en su guitarra para un viejo amor que no funcionó y el dolor que sentía su alma, para después, pedir en susurros ser sanado de ese dolor.

Aquella bodega estaba intacta, alejado del mundo exterior, siendo el sitio donde el chico de ojos gatunos podía deshacerse del antifaz de un hombre que poco le importaba el sentimentalismo, se derrumbaba en su preciada soledad, tomando un respiro y para cuando salía de su intimidad volvía a mirar a la sociedad con esa mirada fría como el invierno.

Hasta el invierno es hermoso, Yoongi lo era.

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Por otra parte, él anhelaba convertirse en uno de los mejores escritores de la época, por lo que comenzar estudiando filosofía era solo el primer paso del cual su padre se negó a apoyarlo, pero corrió a los brazos de su madre, quien prometió jamás cerrarle las puertas de su cálido hogar.

—Ese hombre es un tipo muy amargado, cielo.

Pero sigue siendo mi padre, mamá —alegó Jimin contemplando el rostro de su madre; habían muchos problemas con mencionar ese nombre prohibido desde entonces.

—No puedo oponerme a eso, cariño, pero su nombre ya no es aceptado en este hogar —explicó la mujer.

 Los recuerdos de cuando los tres vivieron juntos fingiendo ser una familia feliz bajo la mirada de sus seres queridos se convirtió en una pesadilla de la que muy difícilmente pudieron salir la Kim Yuna y su hijo, sufriendo los golpes y gritos de aquel hombre que se empeñó en minimizar su la existencia de ambos, de sufrir engaños, todo aquello que el pequeño departamento sufrió hasta que colapsó con la mujer inundada de sus lágrimas y rasguños para defender con las pocas fuerzas que reunió en contra de quién nunca creyó se volvería su enemigo.

De jurarnos amor, ahora querernos vernos destruidos.

Y Yuna ganó esa batalla por el amor que le tenía a su primogénito: Park Jimin, desde ahí, pronto ambos se volverían una familia de dos luego de que la mujer firmara los papeles de divorcio el tan esperado día, después, se encargó de la salud mental de ambos para empezar una vida como ambos se merecían.

Es por ello, que gracias a las sesiones con la amable señorita terapeuta, le dieron un cambio drástico a su vida mudándose lejos de las ruinas de esa guerra entre dos ex amantes que nunca se amaron porque se dejaron llevar por la toxicidad.

Whispers: Yoonmin [finalizada y editando] #LA24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora