7. Davina Clare

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Hope y Henrik tenía 7 años cuando conocieron a Davina Clare, pero no fue esa la primera vez que oían hablar de ella, cuando eran más pequeños, entre las constantes mudanzas, su madre les contaba historias sobre la familia y la vida en Nueva Orleans antes de que tuvieran que "marcharse" como lo decía ella amablemente.
Lo poco que su madre les había mencionado sobre Davina era que cuando la conoció era apenas una niña, que había pasado por cosas difíciles pero era más fuerte de lo que nadie imaginaba.

Hope especialmente había llegado a admirar la idea que se creó de la chica y aunque años más tarde la conoció como el espíritu que intentó asesinar a su padre, lo cierto es que tras la resurrección de Davina ambos mellizos se habían vuelto muy unidos a ella.
Davina y Kol solían visitarlos todo el tiempo, e incluso cuando no lo hacían, se comunicaban constantemente por llamadas, siempre enviaban regalos y postales de los diferentes lugares a los que viajaban y un par de ocasiones había llevado a los mellizos con ellos, además, ambos hermanos aprendieron bastante magia de la pareja.

Davina sabía lo que era tener más poder del que podías controlar, sabía lo que era estar asustado de lo que eras capaz de hacer, así que procuraba ayudar a los hermanos a canalizar su magia, pero sobre todo, a no temerle.

A pesar de la muy mala relación con que iniciaron Klaus y Davina, incluso el híbrido llegó a tomarle cariño debido a las acciones que la chica mostraba con sus hijos, y aunque nunca lo reconocería en voz alta, le estaba agradecido, e incluso se había sorprendido descubriendo cierto deje de admiración hacia la mujer.

Era poco decir que a pesar de todos los problemas y rencores que habían surgido a lo largo del tiempo, Davina se había vuelto, indudablemente, parte de la familia Mikaelson, por eso, incluso tras ser capturada y encerrada en la base central de triada, la bruja estaba segura de que irían por ella y saldría de aquel lugar más pronto de lo que cualquiera esperaría, solo quería poner de su parte.

A diferencia de la mayoría de los prisioneros, Davina no estaba recluida en una celda, era más bien una especie de habitación aislada, que si bien aún se mantenía cerrada todo el tiempo, tenía prácticamente cualquier cosa que la chica pudiera necesitar, excepto su magia, pues aunque lo había intentado en repetidas ocasiones, ella sabía que no tendría acceso a ningún tipo de magia, intentó averiguar cómo es que lograron bloquearla, pero era difícil hacerlo sin que se percataran a través de las cámaras de seguridad colocadas en diferentes puntos de la habitación, le llevaban comida todos los días, pero no había hablado prácticamente con nadie, la mujer esperaba el momento en el que algún oficial se apareciera por ahí, sin embargo parecían estar tomando su tiempo.

Ella no entendía por qué la habían buscado con tanto empeño, Kol y ella habían estado huyendo por un largo tiempo, llegó a pensar que lograrían llegar a Nueva Orleans sin problema, pero conforme más se acercaban a Luisiana, los esfuerzos de triada eran más fuertes para encontrarlos, recordaba bien el momento en que se habían separado, Kol le había hecho prometer que continuaría con su camino hasta Nueva Orleans jurándole que la encontraría ahí y ella lo intentó, pero lo cierto es que nadie estaba preparado para lo equipados que estaban en triada, no esperaba que pudieran privarla de su magia, ni todo el equipo que enviaron tras ella.

La primer semana fue la más tranquila, Davina prácticamente se limitaba a dormir comer y revisar la habitación con curiosidad, encontrando un viejo libro que si bien fue ignorado durante un tiempo, se convirtió en su compañero las siguientes dos semanas.

No fue hasta que había transcurrido un mes completo que el hombre trajeado finalmente se apareció.

-Lamento que hayas tenido que esperar tanto- dijo a modo de saludo -tenía otros asuntos de los que ocuparme

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