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Correr. Solo podía correr. No tenía un sitio donde ir. Pero aún así no podía detenerse. Sus pies no dejaban de correr. Aún seguía escuchando los gritos de su madre regañándolo por escapar.

- ¡Jiang Wanyin! ¡Eres toda una deshonra para el apellido Jiang! - eso gritó llegó a los oídos del Jiang menor en poco tiempo. Pero aún así, no se detuvo. Seguía corriendo mientras esas palabras de su madre resonaban en su cabeza una y otra vez. 

No hacía falta que le recordaran que era solo una deshonra para la familia. Él mismo ya lo sabia. Y no necesitaba que nadie más le recordara eso. De pronto, se le ocurrió donde podía quedarse. 

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- Debería de haber aparecido ya hace rato. Ese niño es una desgracia. ¡Una desgracia! ¡No se como pude engendrar un hijo como él! ¡No es capaz de hacerme sentir orgullosa! ¡Yo solo le trato de esa manera para que pueda ser mejor! ¡Y ahora se atreve a tratarme así! ¡Ya no sé como podré dar la cara! - Yu Ziyuan estaba muy furiosa en ese instante. Pensó que después de que su hijo saliera del hospital, volvería a casa luego de hacer una pequeña rabieta. Pero ya era muy tarde. Y aún seguía sin volver.

- Deberías calmarte un poco, querida. Puede que vuelva en otro momento. Ya sabes cómo es de terco nuestro A-Cheng. Deberíamos irnos a la cama y esperar hasta mañana para ver si ya ha vuelto. - Jiang Fengmian intentaba calmar a su esposa. A veces le era muy difícil tener que controlar a su esposa con esa actitud que tenía. 

- ¡A mi no me digas que me calle, Fengmian! ¡Estamos hablando de la persona que tendrá que hacerse cargo de toda la compañía Jiang! ¡Y si sigue comportándose así, no será un buen hombre que pueda mantener a flote todo lo que hemos hecho! - solo podía seguir gritando para deshacerse de su ira.

Mientras tanto, Wei Wuxian y Jiang Yanli solo podían estar preocupados por si a Jiang Cheng le había pasado algo malo. Querían ir a por su hermano menor cuando se fue corriendo, pero Yu Ziyuan no les permitió hacer eso después de que los gritos de ella no hicieron que su hijo volviera. 

- ¿Crees que A-Cheng habrá encontrado un buen sitio donde quedarse esta noche? - consultó Jiang Yanli mientras se encontraba sentada en la cama de su habitación junto al Wei.

- Sabes que nuestro hermano no es tan idiota como para quedarse a dormir por la calle. Este ya habría vuelto si esa fuera la situación. Seguro que está en un buen sitio donde quedarse. - concluyó Wei Ying para tranquilizarla. Aunque este también estaba preocupado, intentaba animar a su hermana mayor. Tenía las esperanzas de que estuviera bien. Así que mejor decidió llamar a todos sus conocidos para saber si su querido Cheng-Cheng estaba con ellos.

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- Y esa es la razón por la que te encuentras aquí, ¿cierto? - preguntó Wen Qing después de que su amigo le confesara todo lo que había sucedido hace no mucho.

- Sí. Así que te pido por favor que me dejes quedarme aquí por un tiempo. Encontraré un piso donde instalarme lo más pronto posible. Tengo dinero suficiente como para poder vivir sin el cuidado de nadie. - habló el Jiang. 

- ¿Y de donde sacas tu dinero? Si lo que tienes es dinero que te dan tus padres, no creo que puedas sobrevivir por mucho tiempo tú solo. Sería mejor que te quedaras hasta que consigas un trabajo para pagarte un piso. - dijo la Wen con muchísima razón.

- Sé que necesito trabajar para conseguir dinero. Y por si no lo sabías, ya estoy trabajando en un restaurante siendo mesero. Llevo tiempo estando así. - confesó Jiang Wanyin. Al menos, el dinero habrá servido para algo muy importante, escapar de sus padres.

Nuestra Flor de LotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora