2: Trato

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Kyle en la cena de esa noche tenía intenciones de explicarles todo el asunto del acoso de Kip Drordy a sus padres. Pero por tercera ocasión en ese mes no cenaron juntos y la tensión en la mesa era tan desagradable. No pudo hacerlo, no se ánimo. Intentaría otra vez mañana por la mañana.

En ese último año sus padres habían cambiado mucho, ya no se toleraban, ya no eran "compatibles" o eso decían ellos para llevar el proceso del divorcio con más "calma". Su papá últimamente se comportaba como un total estúpido y Sheila decía que era por la edad; y Gerald recriminaba lo mismo diciendo que su esposa estaba cada vez más irritable e histérica por la menopausia. Aunque Kyle no culpaba del todo a su madre, hace unos meses su papá casi hipotecaba la casa al banco para pagar las deudas de sus apuestas.

Como fuera tomó un baño de agua caliente para relajarse con algo de música y después habló un rato con Stan por teléfono, escuchó infinitas quejas sobre Wendy.

Antes de acostarse, como lo esperaba, revisó que tenía decenas de correos de Kip. No los abrió. Necesitaba paz mental para dormir esa noche. También vio un vaso con leche en su mesita de noche. Arqueó una ceja ¿Lo habría dejado su madre cuando él se metió a bañar? Su mamá últimamente le daba pequeños obsequios y atenciones indirectas a él y a Ike para compensar los problemas que había en casa. Sin pensarlo más bebió el vaso de leche completo y se fue a dormir.

Y durmió muy bien, profundamente.

Hacía tiempo que no lo hacía.

Cuando menos lo pensó ya era de día, hacía frío, los rayos del sol atravesaban las cortinas que se sacudían con la fresca ventisca matutina que entraba por la ventana abierta.

Y fue cuando Kyle terminó de despertar.

¿Qué hacía la maldita ventana abierta? Desde aquella primera vez que Kip Drordy dejó sus estúpidas cartas pegadas en ella se había asegurado de cerrarla bien todas las noches.

Pero dejó completamente de lado el tema de la ventana cuando se percató que su cara y cabello estaban cubiertos de algo viscoso y en parte ya seco; y sus pantalones estaban mojados. Se levantó de la cama con torpeza, tallando su rostro con su antebrazo hasta el baño y se miró en el espejo.

—Oh, mierda...

Se cambió el pijama, lo echó en el cesto. Dudoso se lavó la cara, tratando de recuperar los restos de ese posible semen en una toalla por si llegara a necesitarlo como evidencia. Se vistió rápido con unos pantalones grises deportivos, un abrigo anaranjado y en pantuflas salió corriendo de su casa para ir a la de Cartman.

Le importaba una mierda que apenas fueran las siete de la mañana. Golpeó con fuerza y repetidas veces la puerta hasta que minutos después al fin se dignó en abrirle Cartman; estaba vestido con una bata tinta, bostezaba y sus cabellos castaños estaban despeinados, y parecía tener ojeras. Pero en cuanto le abrió dejó de analizarle para empujarlo y entrar en su casa sin esperar una invitación.

— ¿Qué carajos haces aquí tan temprano? ¿Te caíste de la cama? —Cartman cerró la puerta, mientras rascaba su cabeza y bostezaba.

—Ayúdame a deshacerme de Kip Drordy —fue rápido al grano.

—Mh... —guardó unos segundos de silencio —Creí que no querías ese tipo de soluciones. Con decir "ayúdame a deshacerme de Kip Drordy" ¿Estás insinuando que quieres que te ayude a asesinarlo?

— ¡Sí! ¿Qué más sería, gordo? —Kyle se sentó en sofá, hundiendo su cara entre sus manos.

—Tranquilo. Solo quiero asegurarme y que no sean suposiciones mías para que luego no me recrimines, judío —salió de la sala y se fue a la cocina — ¿Qué te hizo cambiar de opinión? —gritó desde allá.

Nuestro sucio secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora