Capítulo 3

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Bienvenida Internacional

Despierto exaltada cuando el sonido de los aplausos truena por todos lados. Me agarro de la butaca y me toco el pecho sintiendo mi corazón latir con fuerza.

Inhalo y exhalo mirando a mi alrededor. El auditorio ya está lleno en su totalidad y los directivos ya se encuentran en su mesa correspondiente. El Director Wallach se aclara la garganta y sonríe al público.

—¿Me perdí de algo?—Le pregunto discretamente a Lizzie, quién está acurrucada en el brazo de Connor.

—No, tranquila. Apenas están comenzando—Le sonrío y siento que puedo respirar tranquila.

Sería vergonzoso haber despertado al último.

<<Y es una falta de respeto>>

Se me calientan las mejillas cuando veo que cuchichean enfrente de mí y me voltean a ver con burla.

<<Qué vergüenza>>

—Buenos días, Bella Durmiente—Comentan a mí lado. Giro los ojos con molestia e ignoro a Albert.

—Gracias a todos por estar aquí—La voz del Director se escucha fuerte y clara—Hoy estamos muy emocionados por darle la bienvenida a 101 alumnos de Intercambio—Se escuchan vítores, aplausos y uno que otro grito al fondo del recinto.

—Creo que tienes un hilo de baba en la comisura de los labios—Albert se acerca a mí con mofa y muerdo mi labio.

—Idiota

Se ríe y se acerca más a mí. Empiezo a sentir los nervios invadirme y cuando el posa su dedo en mi mentón, enojada y sin pensarlo le suelto un bofetón, dejandolo quieto en su asiento.

—Bea...—Advierte Lizzie a mi lado y me sujeta del brazo derecho.

—No vuelvas a tocarme—Un odio que no había sentido antes habla por mí y Albert solo me dedica una mirada del mismo modo.

—Fue por eso que nunca estuve cien por ciento contigo, porque eres una maldita loca—Trago grueso—Desde la primera semana que empezamos a salir, te engañé con una sexy morena de piernas esbeltas. Alguien que no podrás ser jamás. Y la verdad es que no me arrepiento—Sus palabras son como un puñado de piedras que se dejan caer en mi estómago.

—Vete Albert y no armes una escena aquí—Connor se inclina susurrandole—Deja en paz a Bea.

Albert solo le da una ligera mirada para volver a arremeter contra mí.

—Te quedarás sola Bea—Hace un puchero de lástima—Pobrecita, nadie te quiere por quién eres. Yo que tú cambio de actitud por una más complaciente—Sonríe cuando los ojos se me llenan de lágrimas.

—Ya basta Albert—Lizzie gruñe a mi lado

Él alza ambas manos, sujeta su mochila y se para yéndose de allí, con muchos pares de ojos sobre nosotros, sobre mí. Un angustiante nudo se instala en mi garganta e intento respirar pero las ganas de llorar son más fuertes.

Siento el cálido abrazo de mi amiga rodearme los hombros.

—No le hagas caso, Bea. Eres sorprendente, lástima que alguien como él no lo pueda ver—Soba mi espalda y me encojo en mi asiento sollozando—Personas así, no valen la pena.

<<Nadie te quiere>>

Por algo él se alejó, por algo estoy sola, por algo es que no atraigo ni a una mísera mosca.

¿No soy nadie?

¿No soy nada?

<<Das lástima. Mira a tu alrededor>>

DistanciadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora