Verdad o reto

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Veintitrés de diciembre. Los ocho estábamos dando una vuelta por el pueblo después de haber comido y antes de prepararnos para la fiesta de disfraces. Me quedé parada unos segundos frente al escaparate de una florista observando cada una de las flores que nunca habían sido compradas, cada año era lo mismo. Durante los demás días del año no pensaba en ella, pero los días de Navidad... Un año para cambiar las cosas que quedaron mal. Había momentos donde me quedaba confundida, cuando me descubría a mí misma mirándola fijamente y una pregunta rondaba mi mente una y otra vez, ¿algún día hablaríamos de nosotras? Sólo quería saber que pensaba ella.

Ella iba caminando agarrada de la mano de Alejandro, una pareja aparentemente feliz. No podía evitar mirar ese anillo que yo le regalé hace años aún en su dedo. Un buen recuerdo, eso es lo que era ahora el amor que sentimos las dos. Entramos a una tienda y sonreí mirando unos guantes, podría regalárselos... em ese momento estaba sola, nadie iba a verme así que, dejándome llevar por mis impulsos los tomé y pagué guardándolos en mi bolso antes de volver hacia la plaza.

Cuando llegamos a casa las chicas empezaron a volverse locas... pero aún quedaban horas para irnos. Me tumbé en el sofá y encendí la televisión para entretenerme un rato. Calle se sentó a mis pies, encogí mis pies para dejarle más espacio mientras se pintaba las uñas.

- Poché – me llamó tras unos minutos. - ¿Me ayudas a pintarme esta? – me volví a mirarla distraída, apoyó su mano de derecha en mi pierna.

- Claro, pero no te prometo perfección.

- Si no me las pintas perfectas, tendré que matarte. – me susurró cerca de mí oído inclinándose sobre mí, haciendo que un escalofría pasara por todo mi cuerpo.

- Espero que sea una muerte rápida para no sufrir mucho. – bromeé.

- Me gusta hacer sufrir ya lo sabes... - la miré de reojo y vi su sonrisa.

Claro que le gusta hacer sufrir, a Calle le encantaba atarme las manos para hacer tres cosas principalmente; tocarse ante mis ojos, tócame a mí o que notara lo mojada que estaba con cualquier parte de mi cuerpo. Era increíble cuando la sentía en mis labios.

Respiré profundo para borrar esos pensamientos. Pasé a otro dedo bajo su atenta mirada. – Gracias – me dijo una vez que hube terminado, se inclinó sobre mi agarrando mi mejilla, se levantó de mi lado riendo hacia las escaleras.

Vale llegó al salón con el rostro tenso una vez que Calle desapareció.

- Poché. – dijo simplemente, en un tono muy serio.

- ¿Qué? – pregunté.

- Calle lleva cinco años con Alejandro...

Bufé y subí a mi habitación para empezar a prepararme. Me miré al espejo una vez que terminé de ponerme el disfraz, me maquillé un poco y cuando estuve lista salí al pasillo.

- Poché... - escuché a Calle asomándose por la puerta de uno de los baños. - ¿Me ayudas? – me giré, me agarró del brazo tirando para que entrara.

La miré de arriba abajo y no pude evitar morderme el labio, de repente el deseo en mi cuerpo por esta mujer crecía. También aprovechó para mirarme dándome cuenta de que ahora era ella la que mordía su labio.

- No entiendo este disfraz, cremallera delante y detrás. ¿Me ayudas a subirme la de la espalda?

Cuero ceñido al cuerpo, antifaz negro, labios pintados de rojo... el traje de Catwoman. La acerqué a donde yo estaba haciendo que se girara, agarré su cintura, miré su espalda descubierta, esos lunares que tanto había besado, esa piel blanca y suave que tantas veces acaricie mientras hacíamos el amor... Miré por encima de su hombro para verla en el reflejo del espejo mirándome, agarré la cremallera y la subí.

La mejor amiga de mi hermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora