-A ver si lo he entendido. Nyx luchó contra uno de tus compañeros.
-Sí.
-Y perdió.
-Sí.
-Pero Nyx, la Nyx que todos conocemos.
-Ajá.
Lhaura permaneció unos instantes en silencio, sopesando mis palabras con una mano en el mentón.
- ¿Puedes repetirlo?
Contuve mis ganas de estampar mi cara contra la mesa, pero eso no me disuadió de echarle una mirada con los ojos entrecerrados.
- ¡¿Qué?! - exclamó al darse cuenta -. ¡No es tan fácil asimilar que una guerrera de su calibre haya perdido contra un aprendiz!
-Yo lo entendí a la primera - dijo Viktorya uniéndose a la conversación.
Lhaura se cruzó de brazos, claramente molesta.
Mientras tanto, yo daba bocados desinteresados a la comida de mi plato y la revolvía con mi tenedor, con una mueca de disgusto. Los sirvientes dispuestos alrededor de la mesa cuchicheaban y ponían cara de sorpresa, e incluso en una esquina había un pequeño grupo congregado. Los curanderos que ayudaron a Nyx tras salir herida no habían tardado en extender el rumor. En resumen, que a Loic se le iban a subir los humos a la cabeza.
Como si no los tuviera subidos ya...
Los entrenamientos de la tarde habían sido cancelados, supongo que por el estado de nuestra instructora. Sin embargo, las heridas no eran impedimento para que Nyx luchara (y ganara), por lo que lo veía más como un descanso para reflexionar.
Aunque no lo podía probar, estaba seguro de que la extraña actitud que había mostrado y que le había llevado a perder tenían que ver con Selenne y yo. Al entrar al recinto, había notado como su expresión se tornaba enfurecida, además de que Norian me había contado que hasta el momento en que llegamos lucía igual de seria e imperturbable que siempre. ¿Habríamos hecho algo que le molestara?
Me estremecí involuntariamente. No, definitivamente cabrear a una auténtica asesina de monstruos no entraba en mi lista de prioridades.
-... una cosa está clara - señalaba Viktorya -. Esto va a dar que hablar durante mucho tiempo.
Por desgracia, tiempo más que de sobra para aumentar el ego de cierto lobo.
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Las calles de Fennetya siempre habían sido un lugar tranquilo y silencioso, con apenas el gorgoteo del agua rompiendo el silencio. En la mayoría de ocasiones, los caminos de terracota se encontraban desiertos. Ni Oztana ni sirvientes frecuentaban el lugar, como si alterar su monotonía fuera un delito. Mucha suerte habrías de tener para toparte con cualquiera.
Por eso, cuando vi por el rabillo del ojo una sombra desplazarse a gran velocidad, me detuve abruptamente. Miré a mi izquierda, pero quien sea que hubiera pasado ya había doblado la esquina.
Permanecí inmóvil unos instantes hasta que, movido por una repentina curiosidad, decidí tomar ese mismo camino en un intento de seguir el rastro de aquella persona.
El perseguido se movía a gran velocidad, y en muchas ocasiones estuve cerca de perderle la pista. Tras unas cuantas manzanas recorridas y la duda de si le había perdido de nuevo, éste se detuvo, lo que me obligó a retroceder un par de pasos para observar oculto por la columna de un edificio.
La última vez que escuché algo a escondidas se me declararon.
Pero no creía que aquello fuera a terminar en una declaración. Porque quien se hallaba frente a mí no era otra que Nyx. Las luces del ocaso iluminaban su blanca tez y sus dos pozos grises y profundos. Sostenía algo entre sus manos, pero no alcanzaba a discernir de qué se trataba. Estaba rígida, mirando algún punto en la distancia. Por su expresión yo diría que parecía... ¿triste?
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El juramento
Fantasy"Los juramentos de aquellos a los que amamos siempre se cumplen." La nación de Indiora está regida por una norma principal: todo aquel que manifieste poderes será llevado a Fennetya, la ciudad de los Oztana, donde aprenderá a controlarlos para algún...