Lo primero que percibí fueron voces distantes.
- ¿Cómo está?
-He logrado curarle la herida.
La cabeza me daba vueltas, así que esas voces pronto pasaron a ser rumores ininteligibles que vagamente llegaban a mis oídos. Bajo mi cuerpo sentía el tacto de algo mullido. El lugar donde me encontraba estaba impregnado con un extraño aroma.
- ¿A qué huele? - preguntó alguien. A juzgar por el sonido que se escuchó después, la persona que había hablado había hecho un mohín.
Se oyó un suspiro exasperado.
-Es perfume de Kylea, para aliviar las vías respiratorias - su interlocutor debía de haberle mirado extrañado -. Déjalo.
Entonces reconocí a los presentes, o más bien las presentes.
Antes de abrir los ojos y quedar cegado por la lámpara de araña, ya sabía que me encontraría con los rostros de Viktorya y Lhaura.
Las dos se giraron hacia mí al unísono.
- ¡Kinam! - exclamó Viktorya.
- ¡Estás vivo! - dedujo muy sabiamente Lhaura.
Viktorya le miró con antipatía, a lo que Lhaura se encogió de hombros.
Un recuerdo asaltó mi mente. Loic, Zenik y Golty arrinconándome contra una pared. Lo último que recordaba eran las zarpas del lobo obstaculizando a mis pulmones que clamaban por oxígeno. Me llevé una mano involuntariamente a la zona donde sus garras me habían aprisionado.
El dolor había desaparecido.
- ¿Te duele? - inquirió Viktorya preocupada.
-N-no. Estoy bien - me apresuré a aclarar.
Lhaura se acercó a mí.
-Pues tu cara dice lo contrario - declaró.
- ¡Lhaura! - le regañó Viktorya.
¿Qué le pasa a mi cara?
Usé uno de los grandes ventanales de la sala para observar mi reflejo. A pesar de la ausencia del dolor, mi faz estaba surcada por cuatro zarpazos que muy difícilmente podían pasar inadvertidos. Además, no parecía que aquello se fuera a desvanecer de la noche a la mañana.
Al ver que tenía pinta de acabar de ver un fantasma, Lhaura puso los brazos en jarras y dijo con despreocupación:
-Más mal parados han acabado los otros.
Tardé segundos en procesar sus palabras.
- ¿Cómo? ¿Ellos están heridos?
Lhaura iba a decir algo, pero Viktorya se le adelantó.
-Pues sí, y están en peor estado que tú - me explicó.
Pues a no ser que fuera sonámbulo (que lo dudo bastante) o tuviera el poder de luchar inconsciente, culpa mía no era. Sin embargo, no oí en ningún momento pasos o alguna señal de que alguien se acercara.
- ¿Qué les has hecho? - preguntó Lhaura ya incapaz de contenerse.
- ¡N-nada! - tartamudeé.
Se llevó una mano al mentón.
-Le tiembla la voz. Es culpable - concluyó.
- ¡Que no!
Con un gesto, Viktorya hizo callar a Lhaura, aunque seguía examinándome como una detective a punto de resolver un caso.
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El juramento
Fantasy"Los juramentos de aquellos a los que amamos siempre se cumplen." La nación de Indiora está regida por una norma principal: todo aquel que manifieste poderes será llevado a Fennetya, la ciudad de los Oztana, donde aprenderá a controlarlos para algún...