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Martin estaba eufórico.

Acababa de finalizar su mejor actuación hasta la fecha y aunque hubo un par de veces en las que sus líneas se enredaban en la punta de su lengua y no le salían, encontraba fácilmente una improvisación que dejó anonadada a Abril repetidas veces.

—¡Martin, lo has hecho genial! —dijo alegre Félix quien interpretaba al novio del personaje de Martin en la representación. —¿Cómo has sido capaz de improvisar tan ágilmente?

—Gracias y no lo sé. —dijo algo tímido el castaño. —Una vez que te metes mucho en el personaje es fácil improvisar.

—Supongo que sí, ¿tan conectado estabas a Gabriel? —preguntó el moreno sacando sus gafas de ver de la funda para ponerselas.

—Eso parece. —dijo riéndo levemente. —Lo que me ofende es que tú no te sintieras conectado a Alberto, ¡con lo parecido que es a tí!

—¡Oye! —se enfadó Félix dando un zapatazo en el suelo.

—No montes dramas hoy, es el último día que nos vamos a ver ya que nos vamos de vacaciones de Navidad. —dijo Martin haciendo un puchero y abrazando a su compañero quien le devolvió el abrazo.

—Tienes razón, ¿qué va a ser de mí sin las constantes riñas por parte de Abril?

—¡Te he oído! —dijo Abril, la directora, asomando su cabeza por el umbral de la puerta.

—¡No lo decía en serio! —dijo Félix separándose de Martin haciendo que este se riera a la reacción de su compañero de reparto. —¡¿Y tú de qué te ríes!?

—¿El bote que acabas de dar? ¡Jajaja! Pareces un niño pequeño. —Abril atravesó el umbral de la puerta y se fue a abrazar a Martin.

—Si es que... —Abril dejó un beso en la frente de Martin haciendo que este mirara pícaramente a Félix quien le volvía a mirar de mala gana. —¿Cómo no te voy a querer yo a tí?

Los tres terminaron riendo y tras unos minutos más de charla, Abril abandonó el camerino dejando a Martin y Félix solos quienes simplemente cogieron sus cosas y salieron del auditorio.

Al salir a la calle, se despidió de Félix con un último abrazo y después de perderlo de vista, tomó su móvil del bolsillo, conectó los auriculares y comenzó la vuelta a casa al son de sus canciones favoritas de The Kooks.

Los primeros cinco minutos de caminata se basaron en él vocalizando las letras de las canciones sin emitir sonido alguno hasta que vió a un chico solo sentado en un banco en medio del parque fumando.

Martin quitó la sonrisa de la cara y se quitó los auriculares mientras caminaba lentamente en dirección al desconocido.

LAST CHRISTMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora