Martin había llegado antes de la hora al banco y no vió al otro chico por lo cual se sentó en el lugar dónde se sentó la noche anterior que no paraba de repetirse como una película en su cabeza.
Desde el sofoco de la carrera que tuvo con Ruslana hasta el adiós pasando por las manos de ambos unidas con sus dedos entrelazados. No hubo nada en lo que Martin estuviese disconforme.
Algo triste, se quedó mirando a sus zapatillas pensando en como su vida había dado una vuelta de 360° al entrar Juan en su vida: había dejado de sentirse como un miserable, había vuelto a sentirse alguien, sentirse vivo.
Por mucho que disfrutara el teatro a veces sentía que se le echaba encima y que tenía que subir una colina empinada con el saco de piedras las cuales no eran más que todas las expectativas que ponían en él. Y hubo veces que se le cayó el saco ladera abajo o incluso llegar a la cima y el saco dejarlo K.O. en el suelo pero nada importaba porque sentía que nadie estaba del todo ahí para él.
Su madre y sus amigas eran irrelevantes en esos momentos de debate de sí mismo con sus propios pensamientos y le dolía no poder darles la razón a cosas que le decían para sentirse mejor.
—Te veo raro estando aquí primero, ¿estás bien? —dijo el chico que usualmente se sentaba en el banco mientras el otro llegaba unos segundos tarde por estar con sus amigas.
—Te podría mentir y decirte que estoy bien pero tengo la cabeza en Italia ahora mismo. —confesó Martin dejando una mueca de desagrado en la cara del mayor quien tomó asiento junto a él.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Juan con miedo a tomarle las manos a Martin. —Aunque no llevemos mucho tiempo hablando, me empiezas a caer bien y verte así de apagado no era algo que estuviera en mi bingo del 2023.
—Aún no me acostumbro a que hables tanto, te lo juro. —dijo Martin haciendo reir al otro chico. —Pero ahora en serio. —el otro chico volvió a neutralizar su rostro y Martin luchó contra todos los músculos de su cuerpo para no soltar una carcajada. —No sé que NO está mal conmigo.
—No hay nada mal contigo, Mart. Has sido muy majo conmigo desde el primer momento que nos vimos cuando tú salías del teatro de hacer una actuación de seguramente de puta madre y yo estaba aquí muriéndome de frío con un cigarro entre los labios hablandote más borde que nada. Y, a pesar de eso, tuviste las narices a seguir viniendo día tras día a pesar de que el rechazo siempre estuvo de mi parte hacia la tuya. —soltó el extraño haciendo que el interior de Martin se removiera ante el recuerdo de aquel primer día por parte de su chico del banco.
—Si no hay nada mal conmigo... ¿Por qué me siento mal de la nada? ¿Por qué siento que nadie me quiere? ¿Por qué me echo siempre las piedras a la espalda aunque no tenga que hacerlo? ¿Por qué soy como soy? —Juan se sintió agobiado por un par de segundos y cuando reaccionó se dió cuenta de que estaba el otro chico acurrucado a su lado mientras lloraba y dejaba esas lágrimas en el abrigo de este.
—A veces es normal que te sientas mal de la nada. Hay veces que ya has aguantado tanto dolor que simplemente estallas y no sabes por dónde cogerlo pero terminas buscando a alguien (que no tiene por qué ser un amigo o familiar, puedes ser tú mismo) para que ayude a dismunuir ese dolor y lo puedas encauzar para que no dañe con tanto grosor nuevamente. —explicó Juan haciendo que Martin dejara de llorar para empezar a dar leves hipidos.
—¿Pero cómo hago yo eso? No sirvo ni para fregar el suelo, por favor. —Juan negó con la cabeza y acarició la espalda al chico lentamente.
—Pues no lo sé porque estoy pasando por el mismo problema. —contestó sincero el desconocido haciendo que a Martin se le congelara el corazón en su sitio a pesar de que se lo llevaba imaginando días completos. —Yo he tenido miles de conflictos conmigo mismo y de la gran mayoría he salido perdiendo y sé lo fácil que suena lo que acabo de decir y lo complejo que es ponerlo en marcha. Yo desaproveché esa oportunidad de tener a mis padres y amigos a mi lado siempre pero tú te ves unido a los tuyos y te sientes orgulloso al mencionarlos asique por mucho que tu cabeza te intente convencer de que eres un don nadie, que no tienes a nadie, que no sabes nada, sí sabes. Sabes que estás rodeado de gente que vale muchísimo la pena que te apoyan que te quieren y que te valoran por tal y como eres. —explicó al borde del llanto. Tomó aire y se dispuso a hablar otra vez. — Y en cuanto a las piedras... A veces es mejor dejar las piedras en el suelo que pesan mucho y te hacen daño en la espalda.
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LAST CHRISTMAS
FanfictionMartin salía de su mejor actuación hasta la fecha en el auditorio municipal cuando al salir se encontró con un chico que le cambiaría la vida por completo.