-J-

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-Hola. -preguntó Martin haciendo que el chico alzara su cabeza para mirarle.

-Hola. -contestó el otro chico sin más.

-¿Qué haces aquí solo?

-¿A ti que más te da? -preguntó de vuelta el desconocido algo borde para Martin.

-Es Nochebuena y estás aquí muy... solo, ¿no? -contestó con miedo Martin borrando la sonrisa de su cara.

-No. Mis cigarros y yo no necesitamos compañía, ahora vete. -Martin miró de mala manera al desconocido y apretó sus labios para no soltar ninguna barbaridad a un extraño que acaba de ver sentado en un banco en medio del parque.

-¿Puedes decirme aunque sea tu nombre? -preguntó Martin insistente haciendo al desconocido darle una larga calada al cigarro para luego soltar el humo en la cara de Martin quien agitó su mano para quitarse el humo de la cara.

-No. -le sonrió de mala manera a Martin y este se crujió los nudillos.

-Eres súper borde, ¿te lo ha dicho alguien alguna vez? -habló Martin irritado por la actitud del extraño a quien él simplemente quería ayudar.

-Me lo han dicho muchas veces y tú me acabas de demostrar que sigo conservando ese don. -el otro chico tiró lo que le restaba de colilla al suelo para luego pisarla con la suela de su zapatilla.

-¿No me puedes decir ni tu nombre?

-No.

-¿Ni siquiera una letra?

-No.

-Porfa. Solo una letra, no tiene por qué ser tu inicial. -dijo Martin desesperado.

-He dicho que no te lo voy a decir.

-¿Es que te da vergüenza? -preguntó Martin haciendo que el otro chico negara con la cabeza.

-No me da vergüenza mi nombre. Me la das tú.

-¿¡Pero yo que he hecho!? -dijo Martin ofendido poniéndose la mano en el pecho. -Mi nombre es muy bonito.

-Me da igual. No me importa ni lo más mínimo tu nombre. -dijo el extraño desinteresado buscando un mechero en el bolsillo de su sudadera. -¿Te puedes ir ya? Me estás agobiando.

-Pero es que quiero saber tu nombre.

-Yo no quiero saber el tuyo.

-Y me da igual. -Martin suspiró y dió una vuelta sobre sí mismo del estrés que le generaba el desconocido. -Mira, yo quería ayudarte pero tu actitud me hace querer irme.

-Yo no te he pedido que te quedes en ningún momento. -dijo desagradablemente el desconocido mirando como a Martin se le caía la mandíbula del descaro del otro.

-Está bien, me voy.

Martin se giró, dándole la espalda al chico que estaba sentado en el banco y empezó a andar para continuar su camino a casa cuando escuchó un gritó.

-¡J!

Aquel grito le hizo sonreir y siguió andando pero ahora pensando en nombres con la letra J.

~~~

-Ya he llegadoo -dijo alargando la "o" cerrando la puerta tras él y dejando el móvil, los auriculares y las llaves en el taquillón de la entrada.

-¡Hola Martin! -dijo su mejor amiga feliz abrazándole. -Lo has hecho genial en el teatro.

-Graciass. -dejó en beso en la frente de su amiga y le dió un abrazo de lado. -¿Habéis cenado ya?

-No, tu madre estaba empezando a preparar la cena, ¿por qué?

-No voy a querer nada. -Martin soltó a la chica y le miró fijamente a los ojos con una sonrisa. -No es nada grave, lo prometo. Simplemente he conocido a alguien y no sé, todo muy raro.

-¿Quieres que hablemos de eso?

Martin dudó por un par de segundos pero terminó asintiendo asique ambos se subieron a la habitación del castaño donde este le contó lo sucedido con el extraño en el parque.

-Buah, pues no sé que decir... -dijo la chica tras conocer lo que le acababa de pasar a su mejor amigo. -Quédate con lo bueno, te dijo una letra.

-Sí, una jota, qué gran ayuda. -se quejó Martin tumbandose en la cama cerrando los ojos y masajeándoselos con los dedos. -No sé ningún nombre con jota, lo mismo me ha engañado...

-¿Cómo que no hay nombres? -dijo indignada la chica cruzandose de brazos. -Está Juan, Joaquín, Jerónimo, Jesús, Jacinto...

-Por favor, ¿Jacinto? -dijo Martin mofándose del nombre pero luego neutralizó su cara. -A lo mejor se llama Jacinto porque le dije que si le daba vergüenza su nombre y me dijo que sí.

-Según tu relato de hace dos minutos te dijo que tú le dabas vergüenza. -protestó la chica con los brazos cruzados a su hermano.

-Ay... No es mi culpa que sea tan mentiroso. -Martin cerró los ojos nuevamente e inhaló lentamente para abrirlos y ver nuevamente a su amiga.

Justo la chica iba a hablar cuando la voz de su madre hizo presencia desde la planta de abajo, al lado del final de las escaleras.

-¡Martin, Ruslana, bajad ahora mismo! -gritó la mujer desde abajo.

-¡Ya vamooos! -gritó Martin de vuelta mirandose al espejo y viendo como seguía con el traje de la interpretación. -Ay mierda, no me ha dado tiempo a cambiarme.

-Vas de traje, vas bien, vamos para abajo. -Ruslana tomó la muñeca de su amigo y juntos bajaron las escaleras donde se encontraron ya a todos los familiares del chico sentados en la mesa, con todos las sillas ocupadas menos dos asientos libres, los suyos.

-Perdón por la tardanza, tenía que hablar con Rus sobre la actuación que he hecho hoy... -dijo Martin disculpandose mirando a Ruslana de consuelo quien le sonrió incómodamente.

-Estaba en primera fila pedazo de- -dijo entredientes la chica. -No me ha visto pero yo sí lo he visto a él y lo ha hecho espectacular, ¿verdad que sí?

-Claro que sí, mi hijo lo hace todo genial. -dijo mandándole una sonrisa a su hijo. -Y por la maravillosa actuación de nuestro Martin, ¡vamos a brindar por más éxitos para él!

Todos los miembros de la familia alzaron sus vasos con sus respectivas bebidas y a pesar de solo tener un poco de cerveza restante en el suyo, brindó por sus propios triunfos con una sonrisa brillando en sus labios.

-Brinda también por que tu amiga la guiri venga pronto y te puedas desahogar con ella sobre este follón del Jacinto. -dijo Ruslana en lo bajini brindando con su amigo discretamente.

LAST CHRISTMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora