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Todos se levantaron tarde el 26 de diciembre. La sala común de Hufflepuff se encontraba más silenciosa de lo normal, y muchos bostezos salpicaban las desganadas conversaciones.
El recuerdo del 25 le provocaba una sonrisa en el momento que fuera o en el lugar en el que estaba. Era un momento perfecto. Un momento perfecto que no se sentía como suyo.
Pero había llegado el momento de pensar en los deberes que no habían hecho durante la primera semana de vacaciones. Una vez pasado el día de Navidad, todo el mundo se sentía desinflado. Todo el mundo salvo Margaery, que otra vez comenzaba a preocuparse.
El problema era que, una vez terminadas las fiestas, el 24 de febrero parecía mucho más cercano, y apostaba que Harry aún no había hecho nada para descifrar el enigma que encerraba el huevo de oro. Así pues, empezó a preguntarle a su mellizo cada día que tenía la oportunidad.
—¡Lo sé, Margaery! —le dijo él, comenzando a exasperarse, cuando Margaery le repitió por quinta vez de la segunda prueba.
—Bien —respondió ella resignada y levantándose de su asiento en la biblioteca—. Pero para que sepas Alyssane me dijo que Cedric le dijo que...
—Dejame adivinar: ¿algo con un baño? —le preguntó Harry, alzando su cabeza para mirarlo—. Ya me lo dijo.
Y así llegó el primer día del segundo trimestre, y Margaery se fue a clase con el habitual peso de los libros, pergaminos y plumas, más el peso en el estómago de la preocupación por el enigma del huevo, como si también lo llevara de un lado a otro. Sumado a eso, Rita Skeeter había escrito un horrible articulo sobre Hagrid que había ocasionado que desapareciera de la faz de la tierra.
Todavía había una gruesa capa de nieve alrededor del colegio, y las ventanas del invernadero estaban cubiertas de un vaho tan espeso que no se podía ver nada por ellas en la clase de Herbología. Los hogares de Beauxbatons y Durmstrang estaban tres veces más cubiertos de escarcha que antes de Navidad y Margaery se la pasaba preguntándose si los franceses tendrían frío.
Había una visita programada a Hogsmeade para mediados de enero. Margaery se sorprendió mucho de que Harry pensara ir.
—Pensé que querrías aprovechar la oportunidad de tener la sala común en silencio —comentó—. Tienes que ponerte en serio a pensar en el enigma.
—¡Ah...! Creo... creo que ya estoy sobre la pista —mintió Harry.
Sabía que estaba mintiendo porque lo conocía mejor que él se conocía a si mismo. Aun asi, confió en que, al menos, tuviera una mínima idea de a que tendría que enfrentarse. Harry era, lo que se podría decir, alguien que dejaba las cosas a ultimo minuto. Como Margaery había escuchado, tanto de Andrew y Angelica como de Alyssane, Fleur y Cedric habían descubierto, parcialmente al menos, de lo que se trataba la segunda prueba unas semanas después de obtener el huevo.
