🎄 Dos 🎄

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No sabía cómo sentirse con el cambio de ubicación. Cierto que era originario de Daegu, pero había estado casi cinco años en Seúl desde que fue contratado como seguridad para un viejo rico que vivía traumado con enemigos imaginarios que lo perseguían, y Yoongi se había acostumbrado a la ciudad, al trabajo suave y a la rutina. También hubiera preferido quedarse en Seúl por razones diferentes al trabajo y la comodidad, pero no podía decir que no cuando Seom, su jefe y el hombre al que cuidaba se trasladaba a Daegu para alejarse del peligro.

Yoongi era bueno en su trabajo, callado, obediente y puntual. Seom lo prefería como guardia personal porque no decía que no a nada y siempre estaba allí para cuidarlo, aunque honestamente no había nada que cuidar. El hombre era rico, pero no multimillonario y mucho menos el gánster que se creía por lo que los enemigos existían únicamente en su imaginación. Sin embargo, quién era Yoongi para quejarse de algo cuando recibía un buen salario por ser una sombra.

Volver a Daegu se sentía bien, nostálgico en esa época del año en la que todo brillaba con luces de colores en los aparadores, ventanas y postes de energía eléctrica, adornos de color rojo y dorado, canciones cursis sobre una festividad extranjera que había invadido su país hace mucho tiempo, pero que se disfrutaba igualmente como una tradición, las reuniones familiares que Yoongi no tenía hace tiempo porque sus padres ya no vivían y el delicioso olor a dulces navideños hechos de harina, canela, anís y caramelos de azúcar. El aroma de aquel omega con el que Yoongi había tenido una aventura de una noche, o mas bien de unas horas hace casi nueve meses en Seúl y la razón por la que una parte de él se negaba a ser trasladado de una ubicación a otra.

Esa noche, había sido sólo un polvo rápido detrás de la puerta de un baño en un bar, pero el dulce olor del omega se había quedado pegado a las fosas nasales de Yoongi y no se había ido más. El precioso omega se veía tan dulce como olía cuando lo encontró en la barra del bar, melancólico y algo triste, pero absolutamente hermoso y Yoongi, por alguna razón que todavía no entiende, hizo lo que nunca hacía en el trabajo: ligar. Estaba de turno cuidando al viejo Seom en el bar esa noche de primavera, pero la vista del chico de cabello castaño, con unos jeans casi pintados a su cuerpo y la camiseta ajustada con el amplio escote era exquisita y Yoongi solo pensó en que quería acercarse, saludar y coquetear un poco. Seom estaba con un omega en su regazo en una habitación privada y era el cumpleaños de Yoongi ¿Por qué no?

El omega había estado reacio a los avances de Yoongi y Yoongi pensó que quizás, hablar y tomar un par de tragos sería suficiente si el estado de animo no era el correcto. Quería llevarse al omega a la cama, pero por alguna razón, al verlo y olerlo, también quería cuidarlo. En cambio, después del segundo trago, el omega se había vuelto audaz y habían terminado en el baño, apretados contra la puerta con Yoongi enterrado profundamente en el agujero resbaladizo del omega, saboreando el azúcar en sus labios y llenándose los oídos del dulce sonido de sus gemidos de placer cuando Yoongi anudó dentro de él, manteniendo el baño cerrado hasta que por fin pudo salirse. Yoongi había dado la vuelta un minuto para deshacerse del condón que había usado y darse cuenta de que el látex estaba roto de un lado, solo un pequeño agujero por el que salía una gota de semen, así que supuso que no era la gran cosa y luego ver que el omega ya no estaba. Había salido del baño como un prófugo en fuga sin siquiera despedirse de Yoongi, sin dar un nombre o una dirección y Yoongi volvió al trabajo pensando en que no debía darle importancia. Era solo un polvo, quizás uno de despecho para el omega, si sus expresiones y acciones le decían algo y Yoongi no tenía tiempo para nada más que el trabajo.

Eso es lo que había pensado, e incluso lo había olvidado después de una semana. Siendo honesto, todo lo que Yoongi recordaba del omega era su olor y el color de su cabello, castaño casi rubio, como el caramelo oscuro y su aroma azucarado que a veces aparecía en sus sueños. No recordaba sus rasgos, más de lo que recordaba el placer que le había dado al omega que se deshacía en sus brazos esa noche. Había vuelto al bar con Seom muchas otras veces y una que otra él solo, pero no había vuelto a ver al omega al que reconocería con sólo verlo y olerlo de nuevo y cuando se le informó del cambio de ubicación, algo en el se negó a irse. Esa parte que durante ocho meses había estado atenta al omega en silencio y al que ahora sabía con certeza, que no volvería a ver porque Yoongi se había mudado a Daegu.

Regalo especial de navidad |YM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora