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~Capítulo Único~

Especial por año nuevo 2024.

El aire frío le calaba en los pulmones, le entumecia los dedos y hacia que le temblara la quijada

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El aire frío le calaba en los pulmones, le entumecia los dedos y hacia que le temblara la quijada. Había algo más en el aire que solamente aquel clima crudo y frío, Yuji lo sentía, tan bien como sentía los latidos desenfrenados de su corazón contra sus oídos, tan bien como sentía la ira en los ojos de los ancianos, incluso el cómo sentía esa conexión con su hermano, con Sukuna.

Sabía bien que los altos mandos de los clanes estaban furiosos por los acontecimientos que tuvieron lugar dos meses atrás. Donde Yuji se había presentado como un Omega Puro, el único después de cien años y los altos mandos querían que el omega pasara por el regazo de todos los Alfas de los clanes y diera un heredero a cada uno.

Ese era el plan hasta que Sukuna se presentó como Alfa Puro un mes después y reclamó como suyo a Yuji Itadori, su hermano y ahora su omega al ver la marca de los dientes en su cuello.

Habia miles de pares de ojos observándolo y recriminandolo en silencio; muecas de disgusto, rostros desfigurados de ira. Ira pura que hacía temblar a Yuji, arrodillado en el suelo, pidiendo perdón por algo que no había hecho pero que tampoco había impedido, porque muy en el fondo también lo deseaba.

Había sido un deseo malsano que con el tiempo se convirtió en amor retorcido y puro. En caricias inocentes que al pasar el tiempo recorrieron caminos sobre piel desnuda, en labios de sabor cereza devorando cada centímetro, en palabras prohibidas dichas bajo las sabanas, en todo y nada al mismo tiempo.

Yuji lo deseaba tanto o más que Sukuna.

Y ahora debia pagar el precio por su deseo.

Yuji Itadori estaba ahí pidiendo perdón por los pecados cometidos por su hermano. Por la masacre de los tres grandes clanes que conformaban la aldea, por profanar el templo sagrado de sus dioses al llevarles la cabeza de los jefes enterradas en una lanza, por amenazar a los sacerdotes, por fuego y sangre y muerte.

Pidiendo perdón por el amor que ambos hermanos se tenían.

Por la marca que mostraba en su cuello.

―¿Y bien Itadori? Estamos esperando tu respuesta. ―La voz del anciano le generó escalofríos, las manos le sudaron e intentó aplacar sus ansias frotando sus manos con el hakama negro que llevaba.

―Yo...―comenzó. ―Yo Itadori Yuji. Hermano gemelo de Itadori Sukuna.

Su voz se cortó de pronto al escuchar el fuerte golpe que el anciano propinó al tatami donde estaba sentado.

―¡Ese ya no es el nombre de ese malnacido! ¿Qué no eres capaz de entender lo que ha hecho? ¡es un maldito monstruo!

Yuji tembló y se quedó más quieto al percibir la ira del anciano, tembló de rabia por dentro porque su Omega no aceptaba los insultos hacia su Alfa.

Danse Macabre | SukuItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora