𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐬é𝐢𝐬

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𝐂𝐚𝐬𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐚𝐥 𝐭𝐫𝐚𝐢𝐝𝐨𝐫

Esto es increíble, no puedo creer que le dé la cara para enviar a alguien a espiar me.

Es un maldito desubicado, pero ya lo pondré en su lugar.

Cerré el auto de un portazo y entré a la enorme casa dejando la bolsa de farmacia en el sillón del living, pero cuando iba a continuar por el pasillo frené en seco por el pensamiento ansioso que llegó a mi cabeza.

¿Y si no lo hizo por decisión propia?... ¿Y si mi padre lo envió?

Que Ramírez haya enviado a Bustamante a espiarme no me sorprende si pienso en que él mismo afirmó que yo no era su Jefe, sino que mi padre lo era. Así que no sería extraño si esto resulta ser obra de mi queridísimo padre.

Aunque no me tranquiliza el echo de que, si fuera así, el sabría que recuperé la memoria y, además, mi familia estaría involucrada en todo está mierda ahora.

--Della, tenemos que hablar-- se acercó Cárdenas a paso apurado.

Incluso luce preocupado.

--Tengo algo importante que hacer ahora-- interrumpí antes que continuar.

Retomé mi camino y pasé por su lado con mi semblante más serio de lo normal, en busca de ese maldito falso de mierda.

Estoy tan furiosa ahora mismo, y no solo con Ramírez por ser un imbécil, también conmigo por ser tan descuidada. Porque ahora, por mi culpa, mi familia podría estar en peligro y si les llegase a pasar algo no me lo perdonaría nunca.

--Es sobre Ramírez-- se apuró a decir casi en un susurro.

Entonces Cárdenas también lo sabe.

--¿Dónde está?-- volteé a verlo por sobre mi hombro.

--Entrenando a los demás, pero hace un rato lo escuché hablar con Bustamante y él...-- hizo un corto receso para bajar aún más la voz. --Él lo envío a seguirla, los escuché cuando bajaron al garaje. Incluso la llamé varias veces para avisarle, pero siempre mandaba al buzón...

Inconscientemente llevé mis manos a mis bolsillos en busca de mi teléfono, pero recordé que lo dejé en el auto y que, además, está en silencio.

Carajo.

--Bien-- me limité a decir, sintiendo mi sangre arder dentro de mí cuerpo. --, gracias.

Sin más, continué caminando sintiéndome aún más furiosa, no pudiendo creer que el muy maldito me quiso ver la cara de estúpida.

Pero ya me las va a pagar.

Al parecer olvidó que ya no soy la estúpida mocosa que él secuestro, esa llorona que creía que las lágrimas la sacarían de la miseria. Pero yo ya cambié mis cartas, ya no me quedo derrumbada en una maldita bañera lamentándome por todo mientras permito que mis ojos se hinchen por tanto llanto. Y aunque no quiera admitirlo ya no soy ______, no lo soy porque mis ideas y pensamientos fueron reprogramados casi en su totalidad; ya no veo de la misma forma y mucho menos actuó como una cobarde.

Ya no soy la tonta que lo veía tan atractivo que se le caía la baba como a un perro, porque de eso pasó rápidamente no ser mas que un simple hombre que solo recibía y obedecía las órdenes de mi padre. Y ahora... Ja, ahora no es más que mierda.

Ahora está jodido.

Llegué a las puertas dobles que llevan al gran salón de entrenamiento y no tardé en abrir ambas con fuerza y enojo.

--Ya estoy de vuelta, chicos-- avisé, echando un vistazo con mi mirada más fría que un iceberg.

Todos pararon de hacer lo que hacían para mirarme un poco desorientados.

𝐈'𝐦 𝐚 𝐤𝐢𝐥𝐥𝐞𝐫 𝐧𝐨𝐰 | 𝐉𝐚𝐯𝐨𝐧 𝐖𝐚𝐥𝐭𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora