ᴅᴏᴍᴀɴᴅᴏ ᴀ ᴜɴᴀ ʟᴇᴏɴᴀ

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Parpadeos

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Parpadeos.

Conmoción.

Confusión.

Estas fueron las reacciones de Asta en medio del silencio post-coital junto a Mimosa. Tras un encuentro sexual vertiginoso pero breve, un puño lo envió volando hacia afuera de la Mansión Vermillion, un puño de fuego. El joven cayó en los Jardines Reales, cerca de una fuente, aturdido pero intrépido. Sin embargo, no hubo descanso, pues otra mano incandescente lo catapultó hacia un grupo de árboles, su cuerpo dibujo una parábola en el aire.

— ¿Qué demonios? –se preguntó Asta, incorporándose tras el segundo golpe, confundido y curioso.

De repente, una figura que reconoció al instante, apareció velozmente en dirección a él, lista para asestar un tercer golpe. Asta se agachó hábilmente, esquivando el ataque de la salvaje mujer.

— Señora... Majoraleon... –empezó a balbucear Asta, sin terminar la oración al notar el brillo malicioso en los ojos de la salvaje belleza.

— ¡No me llames así! –replicó la Leona con voz rugiente–. ¡Soy Mereoleona!

Un nuevo puñetazo de fuego iba a impactar a Asta, quien esta vez cubrió su rostro con su antebrazo. Sin embargo, no impidió que saltara varios metros atrás.

— Así que los rumores eran ciertos –declaró Mereo, mientras se dirigía velozmente hacia Asta, cual halcón cazando a su presa–. Estabas... –se aproximó al joven, con su puño ardiente listo para el impacto– ¡vivo!

Asta, firme como un roble frente a la tormenta, interceptó el puño envuelto en llamas con su brazo derecho, desatando un destello de antimagia, cual escudo infranqueable ante el embate del fuego.

— Nada mal –admitió Mereo, sintiendo cómo su maná disminuía rápidamente–. ¡Veamos qué es lo que tienes!

Con la provocación lanzada a los cuatro vientos, Mereo se lanzó de nuevo al ataque, envuelta en una tormenta de llamas. Asta, por otro lado, se movía con una mezcla de instinto y estrategia, sus movimientos parecían coreografiados en un baile entre las llamas y los puños, cada golpe de la Leona, era contrarrestado con un poco de antimagia, deshaciendo el fuego allí donde tocaba, cual agua apagando las llamas.

«¿Qué le pasa? –se preguntó Asta, en medio del caos, cual náufrago buscando el horizonte en plena tempestad, mientras se defendía de la lluvia de golpes».

— ¡Es extraño verte aún con vida, y más aún, comportándote como un completo depravado! –Mereo acusó, preparándose para otro asalto.

Asta, cuyas mejillas se tiñeron de rojo instantáneamente, tropezó en sus palabras mientras evitaba un puñetazo ardiente dirigido a su cara.

— ¡Eso no es verdad!

— ¡Estás desnudo, idiota! –gritó Mereo, y en un movimiento rápido y preciso, lanzó una patada baja apuntando directamente a la entrepierna de Asta.

...ᴇʟ ᴜ́ʟᴛɪᴍᴏ ʜᴏᴍʙʀᴇ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora