Tiró la pequeña piedra al lago que se situaba en frente de ambos. Sus acciones daban a entender que estaba muy molesto, divagando en sus pensamientos, como si discutiera con su propia conciencia. Así estaba el hijo del líder del clan Raijin, sus pasos eran repetitivos, buscando algo inexistente o tal vez la calma de algo que lo perturbaba. Estaba tan enmismado en su discurso que la atención de su acompañante ni siquiera parecía importarle.
Y sus razones por la gran molestia eran muy importantes. El clan tenía ciertas reglas estrictas, el poder que se les había otorgado debía pasar a las generaciones futuras, por ende, el matrimonio era muy importante. El primogénito o cualquiera de los hijos del clan debía contraer matrimonio, pero Cius tenía más que claro que no quería casarse, al menos con alguien desconocido.
"Nuestra sangre debe perdurar para controlar el futuro de la hechicería. Debes tener un hijo que nasca con el don de Raijin." Recordaba la terrible voz de su padre. Cius tenía cosas muy claras y estaba en desacuerdo con una de ellas.
La piedra en su mano salió volando, impactando en el lago, terminando por dar pequeños saltos hasta hundirse. —Ellos quieren que perduremos, pero no quiero tener cadenas que me aten a esa vida. — Cius lanzó otra piedra.
—¿Y qué planea hacer? — Uraume estaba a su lado, resguardado bajo la sombra de la sombrilla que tenía en sus manos, calmado ante la abrumadora presencia de su Alteza.
Pregunta que Cius guardó en su mente. ¿Qué podría hacer? Irse en contra de la gran corte era difícil. Los ancianos no querían un “no” como respuesta. ¿Hablar con su padre? Ya estaba claro que estaba del lado del clan. Pelear era la opción que menos quería. Cius simplemente se dejó caer sobre el césped y suspiró mientras cerraba sus ojos, cansado. —Ojalá pudiera desaparecer en ese momento. — admitió con pesar.
Aunque su deseo era imposible, Uraume lo miró con una sonrisa ladina. Se le acercó con cautela, ofreciéndole la sombra de la sombrilla y con toda la confianza del mundo tocó la frente de Otonami, brindándole una brisa helada ante esa calurosa tarde, provocando el gusto tierno en Cius. El joven albino sonrió agradecido, dejando que Uraume acariciara su frente. Aunque la calma de esa agradable sensación se quebrantó cuando un fuerte dolor llegó a su coronilla, como si le hubieran quitado un mechón de pelo. Cius se quejó de pronto, sobando su zona afectada, Otonami levantó la mirada, revelando una dolorosa expresión. —¿Qué fue eso? — él preguntó con un tono suave a pesar del malestar inoportuno.
Uraume le contestó. —Tenía basura en su cabello y lo quité. Perdóneme si le he llegado a hacer daño, su Alteza. — con una pequeña reverencia ante el respeto que le tenía, Uraume acomodó la sombrilla para pasar de tema. —El sol está muy fuerte, mejor descanse.
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Miraba sus rostros pálidos por el maquillaje con mucha formalidad en cada movimiento. Los saludos llegaban por montón al igual que los invitados. El ambiente era de un festín cuya razón era muy importante, la búsqueda de una mujer que le haga compañía el resto de su vida era el hoyo de la corona, pero su semblante era llevado por el desinterés oculto en el respeto. Kimonos que llevan consigo colores tan hermosos, joyas hechas con las manos tan perseverantes de trabajadores artesanales, maquillaje del tallo más fino, sonrisas y gestos cuyo encantó variaba y se esparcen con un aroma tan femenino. Doncellas cuyas familias ofrecían como tributo a la posición más alta. Ser la esposa de un hijo de Raijin.
—El chico es muy afortunado. Hemos seleccionado con mucho cuidado cada una de nuestras invitadas. De seguro le echara un ojo a su futura esposa. — inclinado hacia el líder y su hijo. Uno de los mandatarios explicaba con mucho elogio su labor.

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Itius Shorts... Y Sukius
SonstigesOne-shots sobre Cius Otonami x Itadori Yuji/Sukuna Ryomen. Jujutsu Kaisen x OC. Boys Love.