ERES MIA

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Azumi y yo salimos de la empresa, nuestros jefes se quedaron por asuntos de negocios.

—Y ya el viernes se van—me dice triste Azumi.
—Si, ya el viernes nos vamos—le contesto también triste.
—Te voy a extrañar, en este poco tiempo de conocerte, me has caído bien—me abraza.
—Yo también te voy a extrañar, pero estaremos en contacto, no dejaremos de hablar, también puedes venir a visitarme y yo vendré a visitarte—sonrío y la abrazo.

En este poco tiempo que nos hemos conocido, Azumi ha sido una buena amiga y le he agarrado un gran cariño.

—Más te vale venir a visitarme—me advierte.

Asiento riendo.

Nos despedimos.

Camino por la calle, esperando encontrarme un taxi. Estos tacones me están matando.

Un auto de lujo se detiene enfrente de mí.

Miro confundida.

¿Quién es?

Se abre la puerta y baja un hombre vestido de negro, abre una de las puertas traseras.

Baja nada más y nada menos que Takeshi Nakamura.

Lo miro sorprendida.

¿Que hace aquí?

—¿Creíste que te dejaría en paz?—me pregunta serio.
—Creo que fuí muy clara contigo, cuando te dije que te olvidaras de mí—le contesto seria.

Este hombre es un terco.

<<Pero tú tienes la culpa por acostarte con él>>

Tiene razón, yo tuve la culpa por acostarme con un hombre que no debía. Todo se lo debo al alcohol y a mis malditas hormonas, que no pueden controlarse.

—Cuando quiero algo, lo obtengo y en este momento te quiero a ti—me contesta firme y decidido.
—YO NO soy un objeto al que quieras poseer, no me interesas, lo nuestro fue solo de una noche y ya, así que compermiso—le contesto y sigo con mi camino.

Este hombre por más que le diga que NO, no entiende. No está acostumbrado que le digan que no o que alguna mujer lo rechace.

Antes de dar otro paso, soy carga en hombros.

—¡BAJAME!—grito y pataleo.
—Tú vienes conmigo—me contesta y me sube al auto.
—¡QUE TE PASA!, ¡ESTÁS LOCO!—grito alterada.

Este hombre me ha sacado de mis casillas. No puede obligarme a subir al auto.

<<Si puede, es Takeshi Nakamura>>

A la mierda quien sea, yo no voy a permitir que este hombre se crea dueño de mí y me de órdenes.

—Será mejor que te calles Camila, si no quieres que en este mismo momento te folle aquí en el carro, no me va importar que mis hombres, miren y escuchen como te hago gritar mi maldito nombre—me advierte molesto.

Me quedo callada y sonrojada.

No puedo creer que haya dicho eso enfrente de sus hombres.

Observo por la ventana, no nos volvemos a dirigir la palabra. Estoy avergonzada y muy molesta con él, no puedo creer que me haya subido a la fuerza, no soy de su propiedad y mucho menos un objeto.

Llegamos...¿A su casa?

—¿Qué hacemos aquí?—le pregunto seria.
—Voy a demostrarte que eres mía—me contesta serio y baja del auto.

Antes de que le diga algo, abre la puerta y me baja del auto cargada.

—Takeshi Nakamura, ¡BAJAME!—le ordeno.
—Asi quiero que pronuncies mi nombre cuando de este follando—me contesta y me da una nalgada.
—¡Oye!—me quejo.

EN LAS GARRAS DE UN MAFIOSO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora