Traver.
Nadie se atrevía a hablar.
El silencio que invadió la sala fue tan grande que escuchaba a mi corazón latiendo irregularmente, me sudaba el cuello y no podía parar de mover mi pierna.
Desesperado por una respuesta, me aclaré la garganta y me puse de pie, esperando que mi presidente terminara de explicar todo. Él suspirando, cansado y muy decepcionado, sacó su celular y marcó un número que desde donde me encontraba no supe identificar.No fue hasta que habló, que todo mi mundo dio vueltas y sentí ganas de vomitar.
— Elmo, al fin respondes. —Se puso de pie y, mirando a todos en la sala continuó hablando—. Conseguimos información acerca del lugar donde tienen a mi hija. Está en las afueras de la ciudad. Estamos yendo al taller, únete a nosotros. Te necesitamos.
Sin esperar respuesta cortó la llamada.
—Leg... —murmuré, con mi voz ronca.
Él no me miró, sino que lanzó un grito que me hizo fruncir el ceño y estrelló una silla contra la pared. Todos, aún en silencio, vimos como el plástico se desprendía y quedaba regado en todas partes. Los Angels y los Ryders ya se habían dado cuenta que nos habían traicionado de nuevo, pero ésta vez había sido uno de nuestros más cercanos oficiales.
—Éste hijo de puta tiene una cabaña en las afueras de la ciudad. —Leg habló pausadamente, todos nos pusimos de pie—. Necesito que el maldito vaya al taller. —Se acercó a mi y puso su mano en mi hombro—. Quiero a Elmo con vida, respirando y muy conciente. Lo que planeo hacerle no se parece ni un poco a lo que hicimos con Fire. —Sus ojos brillaban con algo muy peligroso y su voz cargaba tanto odio y dolor que sus palabras salían entrecortadas—. Nos encontramos en el taller en una hora. —Ésta vez se dirigió a todos y en menos de un minuto la sala se había vaciado por completo.
Podía ver cómo Leg estaba desmoronándose poco a poco y a esta altura ya no sabía qué mas hacer para mantener todas sus piezas juntas. Quería hacerlo, por él, por el club, por Ashley, que iba a necesitar a su padre cuando pudiésemos rescatarla. Pero mi cabeza había dejado de funcionar correctamente en el minuto en el que secuestraron a mi chica. No podía pensar, no podía comer, no podía dormir. Estaba en un constante estado de aturdición y ansiedad que me tenían idiota. Le estaba fallando a todo el mundo y yo no estaba acostumbrado a sentir tanto.
No estaba funcionando. Y esta mierda tenía que parar.
Junto a mi Presidente salimos de la sala de reuniones del hospital y, en lo que avanzabamos me encargué de comunicarme con Asher y con Har. Les dejé un mensaje a Santiago y Ley que poco podrían hacer en el estado en el que se encontraban y rogué a todos los dioses inventados por el hombre que nuestro pseudo plan pudiera concretarse a la perfección.
No podíamos perder a nadie más. Esta guerra nos había quitado mucho.***
Como siempre que ocurría algo el taller se encontraba cerrado, los empleados fueron enviados a sus casas con el día pago para que no hicieran preguntas y nosotros estábamos en el sótano, buscando las armas y preparando los chalecos. La camioneta blindada había llegado hacía unos minutos y aún estábamos esperando a Elmo. Asher y Har se encontraban aquí y los prospectos
vigilaban la entrada. Los Angels habían provisto las camionetas y los Ryders estaban tan ansiosos de sangre como nosotros, cargados hasta los dientes y todos con sus chalecos puestos.
Ninguno de nosotros planeaba morir hoy.
Me sentía enfermo mientras me colocaba el chaleco antibalas sobre mi torso desnudo y un constante pitido sonaba en mis oídos.
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