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Travis.
La ciudad estaba tan quieta y callada que los bellos de mi entero cuerpo se erizaron. Sólo el sonido del motor de nuestras motocicletas cortaba el silencio abrumador que nos envolvía por completo. No me gustaba nada, por supuesto, esta parte de la ciudad normalmente estaba abarrotada y el bullicio de la gente se oía por encima de nuestras motocicletas. Le di una mirada a Asher, quien me había acompañado para hacer la primera inspección y por inercia llevé mi mano hacia la cinturilla de mis pantalones, para comprobar que mi arma estuviese en el mismo lugar. Aliviado y sólo un poco más tranquilo, estacioné la motocicleta en la puerta del bar y esperé a que Asher hiciera lo propio antes de bajar. Acomodé mi chaleco y alcé la vista cuando escuché a alguien gritar mi nombre.
Trash, presidente de los Ryders, me miraba desde la puerta del bar, con una sonrisa socarrona en el rostro. Él sabía por qué andábamos por aquí y seguro como la mierda que dentro del bar nos esperaba una bienvenida al estilo de los Ryders. Me acerqué sólo cuando Asher se posicionó a mi lado y juntos caminamos hasta la entrada del bar.
—¿Cómo es que siempre te veo cuando alguien muere? —alzó ambas cejas y palmeó mi hombro, sonando bastante cansado, sin embargo, su elección de palabras me alarmó.
—¿Quién murió? —pregunté y vi el momento exacto en el que Trash se percató de que yo no tenía idea acerca de lo que estaba hablando.
—Entren. —demandó, cambiando por completo su semblante.
La puerta del bar se abrió y de ella salieron algunos Ryders que asintieron hacia nosotros y continuaron su camino. Asher y yo seguimos a Trash y cuando entramos al bar, nos detuvimos, observando la escena que se reproducía en frente.
Las mesas estabas distribuidas de modo que quedaba un círculo vacío en medio, y todos y cada uno de los hombres que estaba en el lugar, miraban fijamente a un hombre que estaba atado a una silla, amordazado y chorreando sangre. Miré a Trash y vi el desprecio que emanaban sus ojos mientras recorría todo su magullado cuerpo con su mirada.
Mirándolo, tan grande y controlado, me recordó la razón por la cual le tenía un inmenso respeto a este hombre.
Remontándonos un poco a la historia, se sabe que los Ryders y los Golden han mantenido una tregua desde los comienzos del club, es sabido que en el momento de la fundación de ambos clubes, los respectivos presidentes habían sido hermanos, que si bien compartían la misma pasión por las motocicletas, no estaban tan de acuerdo con algunas cosas simples, por lo que decidieron armar los dos clubes que coexistieron en paz desde ese momento hasta ahora. Lo cual era y había sido una ventaja, hasta que los Angels llegaron, queriendo quitarnos territorio y fue entonces cuando la primera guerra se armó, y en donde tantos de nosotros perdimos mierdas valiosas. Hasta que los tres clubes firmaron la segunda y reformada tregua.