¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Traver.
Había tensión en el ambiente, eso era jodidamente obvio y sabía que debía alejarme, por su bien, debía mantenerme lo más alejado de Ashley como me fuese posible. Pero algo en sus ojos me impedía moverme lejos. Quería preguntarle acerca de sus dibujos, quería arrebatárselos de su mano y analizarlos uno a uno, tomarme el tiempo para admirar su talento, pero por encima de todo eso, quería saber por qué yo estaba plasmado en aquellas hojas.
Ashley me había dibujado desnudo. Había dibujado mis manos envueltas en una polla —calculo que la mía propia—, había dibujado mis labios alrededor de un par de pezones, me había dibujado sentado en mi motocicleta, masturbándome. ¡Jodida mierda! Fueron segundos, quizás dos minutos, aproximadamente, el tiempo que pasó hasta que Ashley se diera cuenta qué estaba observando y cuando lo hizo, guardó todo, con las mejillas encendidas en vergüenza, entonces me miró y yo no podía apartarme de sus ojos.
No quería hacerlo, lo que era aún peor.
Lo que sucedió a continuación, fue algo que escapó totalmente de mis manos. Elegí apagar mi subconsciente por algunos minutos y me decidí a obtener respuestas. Me parecía extraño que Ashley no articulara palabra alguna, generalmente ella llenaba los silencios con cualquier cosa para evitarlos, excepto que ahora se aferraba al cuaderno como si su jodida vida dependiese de eso.
Dejé la taza en la mesada, en el lugar en el que momentos antes habían estado los dibujos de Ashley y me acerqué a ella, pensando si sus dibujos deberían haberme molestado. Porque, estaba seguro de dos cosas, los dibujos no hicieron nada por apagar las imágenes que ya tenía en mi mente, sino que alimentó cada una de mis fantasías que involucraban las delgadas piernas de Ashley alrededor de mi cintura, cabalgando mi polla, tomándome por completo y recibiéndome en su interior como si fuese todo lo que quería en la vida. Y la segunda, me daba curiosidad cómo había aprendido a dibujar mi cuerpo desnudo si jamás había tenido la oportunidad de verme. Sino, hubiese sabido del piercing en mi polla y de los tatuajes en mis muslos.
Ashley retrocedió hasta que su cuerpo quedó atrapado entre la mesada y mi propia anatomía. Alzó su cabeza, para no perder el contacto con mis ojos y abrió sus labios, dejando escapar un suspiro.
—No te enojes conmigo. —murmuró, con miedo en sus ojos.
Fruncí el ceño e incliné mi cabeza hacia ella, llenando mí nariz de su perfume, que ahora estaba esparcido por cada rincón de mi casa, excepto en mi habitación. Tarde en responder, lo suficiente para que Ashley agachara su mirada, concentrándola en mi pecho desnudo. Chasqueé la lengua, y utilicé mi mano para hacer que sus ojos volvieran a conectar con los míos y me relamí los labios.
— ¿Por qué lo haría?
Ella me regaló otro suspiro y terminó de apoyarse en la mesada.