Epidego

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Tres años después

Yoongi y yo estamos sentados en una camioneta estacionada en la calle de un almacén donde se esconde un cargamento de cachorras.

Escucho una motocicleta y, al mirar por el espejo lateral, veo a Tae estacionarse detrás de nosotros. Abriendo la puerta, salgo y camino hacia mi esposo.

―¿Listo? ―pregunto mientras lo alcanzo.

Él se quita el casco y luego se baja de la motocicleta.

―Sí. Hobi está en su lugar.

Yoongi se une a nosotros.

―Voy a subir.

―Okey. ―Lo veo mientras corre hacia el costado de un almacén, y luego vuelvo mi atención a Tae―. Hagámoslo.

Me sonríe mientras caminamos en dirección al cargamento. ―No seas codicioso esta noche.
Le levanto una ceja.

―¿Yo? Te dejo matar a más de la mitad todas las veces. ―Le guiño un ojo antes de continuar―: Es excitante verte volverte loco con los cabrones.

―Puaj ―Hobi murmura por el auricular.

―¿Qué tal si nos concentramos en el trabajo? ―se une Yoongui.

Tae deja escapar una risa silenciosa y luego saca su arma de detrás de su espalda.

Yo hago lo mismo y, al doblar la esquina, nos cubrimos la cara con los pasamontañas.
Él levanta el brazo cuando nos acercamos a dos guardias, y luego grito.

―Sorpresa, hijos de puta. ―Él aprieta el gatillo, enterrando una bala en la cabeza del guardia.
Apunto, matando al guardia restante justo cuando la puerta del almacén se abre. Más hombres se derraman, y luego todo es diversión y juegos. Cuando estamos lo suficientemente cerca, cubro a Tae mientras se lanza hacia adelante y me provoca una erección instantánea mientras él salta en el aire. Pateando a un guardia en el pecho, lo monta como una jodida tabla de surf mientras él cae hacia atrás, y luego le clava una bala entre los ojos.

―Esa es mi omega―no me jacto hacia nadie en particular.

―Todo el puto mundo lo sabe ― Yoongui murmura entre dientes, haciéndome reír.

Mientras caminamos hacia el almacén, busco amenazas mientras Tae corre hacia las cachorras.

Y luego mi buen humor se desvanece.

Malditas cucarachas.

Las cachorras han sido atrapadas en jaulas de animales, y sabiendo que no tenemos mucho tiempo antes de que lleguen los refuerzos, camino hacia la jaula más cercana.
Por lo general, dejo que Tae se ocupe de las cachorras, pero dado que tenemos poco tiempo, la cautela y el cuidado tendrán que pasar a un segundo plano.

―Ven ―le digo a la cachorra mientras abro la puerta.

―Está bien ―Tae comienza a arrullar―. Estamos aquí para ayudarlas.

Me muevo por las jaulas, abro las puertas y luego digo.

―Hobi, te necesitamos aquí. El cargamento es más grande de lo que esperábamos.

―En camino. ―Su voz suena por el auricular.

―Yoongui, ¿algún movimiento? ―pregunto.
―Nada. Sin embargo, es demasiado silencioso. Dense prisa. Un par de minutos después, la camioneta se detiene y sacamos a las ocho cachorras.

―Van a estar muy apretadas ―le menciono a Tae.

―No importa. ―Abre la puerta lateral y luego hace que las cachorras entren―. Las llevaremos a un lugar seguro.

Bajo el velo de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora