Capítulo 22

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Cuando Tae entra al gimnasio, continúo con las dominadas que estoy haciendo hasta completar la serie.

Poniéndome de pie, veo hacia donde él está parado junto a la colchoneta de entrenamiento.

―¿Entrenarás con Yoongi? ―pregunto.

―No, te estoy esperando ―dice―. Pensé que podríamos entrenar hoy. Mis ojos se encuentran con los suyos mientras camino hacia la alfombra.

Desde ayer mi lobo ha tenido una sensación extraña. Hay algo diferente en él. En la forma en que me mira. El doble sentido de sus palabras.

"El sexo anoche."

Mi instinto nunca se ha equivocado antes. Pasando una mano sobre la colchoneta, digo.

―Vamos a entrenar.

Me coloco en posición, y mis músculos se tensan, por si acaso. Estoy al borde de la mierda con Yeo y Élite, y podría estar leyendo esto totalmente mal.

Tae se lanza hacia mí y bloqueo la patada. Entonces tengo que moverme y bloquear mientras él entra en modo de ataque completo.

Esta no es como ninguna de las sesiones de entrenamiento que tuvo con Yoongi. Sus movimientos están planeados y son puntuales.

Mierda. Si su memoria vuelve...

Mierda.

Mi lobo se acelera cuando el pensamiento de que realmente puedo perderlo cruza por mi mente.

Empiezo a atacar de vuelta, todavía con cuidado de no lastimarlo, y un momento después, él intenta ir por mi garganta.

Agarrando su brazo, me giro hacia él, y luego lo envío volando por encima de mi hombro. En el segundo en que su espalda choca contra la colchoneta, estoy encima de él y lo rodeo con mis brazos y piernas y lo obligo a detenerse. Nuestras respiraciones explotan en el aire, y luego Tae deja escapar una risa oscura.

―Maldito bastardo.

Él comienza a luchar, tratando de liberarse de mi agarre. Tengo que agacharme a un lado cuando golpea su cabeza hacia atrás.

Dejándolo ir, me alejo rodando y me pongo de pie, listo para cualquier cosa.

En ese momento, Yoongi entra al gimnasio y le grito.

―Quédate atrás, la memoria de Tae ha regresado. — Yoongi se detiene, sus ojos instantáneamente se fijan en él.

Él deja escapar una risa enfurecida mientras sus ojos se clavan en los míos, fríos y salvajes.

―Jodidamente voy a matarte.

Levanto una mano.

―Cálmate. Vamos a hablar.

―¿Hablar? ―él sisea―. ¿HABLAR?

Se lanza hacia mí de nuevo, y le permito darme un golpe en la mandíbula para dejarlo desahogarse. Él me da un puñetazo infernal, mi cabeza gira mientras el dolor se extiende a mi oído.

En el siguiente golpe, lo bloqueo y agarrando su brazo, lo giro detrás de su espalda. Pongo mi otro brazo alrededor de su cuello y luego aprieto mi agarre para asegurarme de que no se pueda mover.

―Vete a la mierda, jugaste conmigo ―rechina las palabras, y cuando escucho el dolor, la humillación, y la rabia, lo suelto de nuevo.

Dando un paso atrás, levanto una mano mientras él se vuelve hacia mí.

―No puedes vencerme, Tae. Dame la oportunidad de explicarte.

Sus manos vuelan a su cabello, y deja escapar un grito de frustración, y luego me mira asesinamente.

Bajo el velo de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora