Capitulo Cuatro

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Amélie Zeller

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Me estaba riendo burlona mientras Bastian se arrodillaba ante mí, prometiendo que nunca más me trataría como una tonta. Diciéndome que yo era mucho mejor que él en todos los aspectos. Besaba mis manos y mis pies como si fuera un esclavo... se sentía tan bien verlo ser inferior a mí.

Cerro los ojos disfrutando de la sensación, cuando de un momento a otro, todo se puso negro, volteaba a ver a todos lados. Me encontré a Bastian frente a mí.

—Amélie.

Se dirigió a mí de mala gana, yo lo mire y señale mis pies, indicándome que siguiera con lo que hacía.

—¡Amélie!

Grito con más fuerza, quería decirle que le pasaba y que continuara con su labor, pero no salían palabras de mi boca. Bastian me agarro de la muñeca con fuerza, yo intenté soltarme pero cada vez me sentía con menos energía.

—¡AMÉLIE!

—¡AHH! -Me levante rápidamente de la cama, Bastian estaba a mi lado así que le golpee la cabeza, este se quejó. —¿QUE HACES AQUÍ? ¡VETE!

—¡MALDITA NIÑA TONTA! ¡ERES IDIOTA O QUE! ¡AGH! -Se estaba acariciando la parte en la que lo había golpeado. -¡Te advertí ayer del entrenamiento! ¿Acaso tu estúpida cabeza no es capaz de recordar las cosas? -Puso uno de sus dedos en mi cabeza, tocando repetidas veces, me estaba doliendo...

—¡PARA YA, IDIOTA! —Golpee su mano, mirándolo de mala gana. Vi mi reloj para saber que hora era. Desde la ventana se veía que no había amanecido. —¿¡SON LAS CUATRO DE LA MAÑANA!?

—Si, ahora levante. ¡RÁPIDO! —Este me quito la cobija de encima, me queje. No quería hacer ningún entrenamiento estúpido.

—¡No quiero! Ahora vete, voy a volver a dormir. —Agarre la cobija poniéndola nuevamente sobre mí.

Pasaron unos minutos, juro que pensé que Bastian me dejaría en paz, cuando sentí como me agarraron del brazo. Bastian me jalo sacándome de la cama, me llevo a rastras al baño y me dejo ahí tirada.

—Tienes veinte minutos. No quieres que te agregue otra hora. —Salió de la habitación. Yo me levanté del piso y me metí a bañar, ya no tenía sueño así que para que volvía a dormir. Tampoco quería que el idiota de Bastian me agregara otra hora de entrenamiento.

Llegue treinta minutos después al lugar que Bastian me había indicado, era una sala gigantesca. Había muchas máquinas para hacer ejercicio, a lo lejos vi los cabellos rojos del chico, vi que a su lado se encontraba una chica, al verla bien me di cuenta de que era la chica rara de ayer.

—Llegas diez minutos tarde, Zeller. —Bastian me agarro de un brazo llevándome a una caminadora. —Treinta minutos.

—¿Qué? ¿Estás loco o que? —Me empujo para subirme, la caminadora ya estaba andando y casi me caigo, pero logre sostenerme. Juro que vi como se le formaba una sonrisa al cuatro ojos, ¿¡Ahora se burlaba de mí!?

—Lo que oíste, ahora callate. Se fue hasta la otra punta de la sala, supongo que a hacer sus ejercicios, no lo sé, solo lo ignore por completo.

Me puse a caminar al ritmo de la máquina, vi el cronómetro y solo me faltaban veintiocho minutos. Que maravilla.

Estaba sumida en mis pensamientos cuando una voz a mi lado me saco de ellos. Era la chica de ayer. Se puso en una de las caminadoras de los lados.

—¡Hola!

Amar Entre BalasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora