✦ Capítulo 3 ✦

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Ya era sábado por la mañana. "Sábado". "Mañana". "Levantarse". Palabras que Roier realmente deseaba que no tuviesen que combinarse, pero así lo hicieron. Y todo porque su profesor era un viejo insufrible. Si, un viejo de unos treinta y algos, pero viejo de todos modos. 

Roier POV's

Realmente no quería hacerlo: No quería ir en lo absoluto. Este profesor de mierda ya me estaba poniendo de los nervios. El comentario de querer matarlo que le hice a Quackity ayer ya no parecía tan en broma. Resignado, me levanté de mi cama para dirigirme a mi baño. Si iría a un lugar de mierda a pasarla mal, al menos iría limpio y bien vestido. Abrí la ducha, coloqué un tapón en el desagüe, regulé el agua para que sea más caliente que tibia y esperé que la bañera se llenara. 

Cuando la bañera se había llenado por completo, miré de reojo una de las bombas de baño que me había comprado hace unos días. No era una ocasión especial, pero usar una no sería malo, incluso podría relajarme. Simplemente la dejé caer en el agua, haciendo que suene un "plop". Mirar como se disolvía esa cosa me daba años de vida, era muy satisfactorio.

De una vez por todas me quité la ropa, me miré al espejo. Quizás debería volver al gimnasio. Es decir, me veo bien, pero prefería mi abdomen un poco más marcado, ahora apenas se marcaba. Quitando de en medio esos pensamientos, me introduje en la bañera, la bomba de baño todavía se estaba disolviendo, pero ya comenzaba a oler delicioso: Era como una mezcla de frutos rojos. Adoraba ese olor y más cuando se quedaba en mi piel. Limpié mi cuerpo con mi esponja de baño hasta asegurarme que estaba completamente limpio. Tomé mi shampoo, el cual tenía un olor similar a la bomba de baño y comencé a masajear mi cuero cabelludo. Realmente no quería ver la cara de Lange hoy y todo lo que verlo significaba. Suspiré mientras enjuagaba toda la espuma del shampoo de mi cabello y me apliqué el acondicionador. 

Me quedé en la bañera hasta que el agua se enfrió, enjuagué el acondicionador de mi cabello y salí de la bañera. Tomé una toalla y sequé mi cuerpo, finalmente envolviéndola alrededor de mi cintura. Luego tomé otra toalla más pequeña para mi cabello y finalmente salí de la bañera, a la cual le quité el tapón para que el agua se fuera. Salí del baño de una vez por todas, miré la hora. Realmente no sabía a qué horario debía estar allí, ni siquiera me lo había dicho. ¿No que muy perfecto? Estúpido profesor.

Qué me pondría para ir era una duda bastante grande. Definitivamente no iría elegante, como si ese idiota se mereciera que yo me vistiera elegante para ir a su casa. Me pondría uno de mis conjuntos favoritos: Un suéter color rosa viejo que me entraba un tanto grande, mis jeans azules y mis zapatillas blancas. Sencillo, lindo y casual. Peiné mi cabello como suelo hacerlo y me eché mi colonia preferida, luego mi desodorante y por último me coloqué mi ropa. Tomé mi mochila, guardé mis cosas dentro y salí de mi habitación... Volví a entrar, casi olvido el trabajo que pasé haciendo ayer toda la noche. Guardé el trabajo dentro y de una vez por todas, bajé al comedor para poder desayunar. Allí estaban mis padres, quienes me miraban de una manera... un poco extraña, muy sonrientes, codeándose entre sí, cuchicheando:

- Buen día, hijo - Me saludó mi padre Vegetta - Que bien te ves, una ocasión especial ¿eh? Seguro la pasarás muy bien estudiando hoy, fiera.

Sentí cómo mi rostro se calentaba, me estaba sonrojando por las palabras de mi padre. ¿Qué clases de insinuaciones indirectas tan directas eran esas? Me senté y comencé a comer el desayuno de hoy: Panqueques con miel y frutas.

- Gracias, papá - Dije, sin más remedio y continué comiendo, esta vez un poco más rápido, hasta que terminé. No quería saber lo que me haría Cellbit si llegaba demasiado tarde - Ya me voy, adiós papás, los quiero.

- Nosotros también, hijo - Dijo mi papá Foolish - ¡Recuerda colocarle la tapa a tu corrector! Cuídate.

Ese comentario hizo que el color que ya de por sí tenía en mis mejillas se intensificara más. Mi papá Foolish no era de decir esos comentarios, por lo que reí un poco. Mi padre Vegetta definitivamente lo había influenciado un poco. Salí por la puerta y pedí un coche para que pasara por mí. Una vez que llegó, le indiqué la dirección anotada en ese papel amarillo y arrancó.

Entre bambalinas - GuapoDuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora