"En un abrazo furtivo, nació un amor efímero, como el fulgor de una estrella en la noche eterna. Un encuentro fugaz que desató la euforia en nuestros corazones, como la danza de pétalos al viento. Cada mirada, un destello de pasión; cada caricia, un...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—De nada, me alegro de que te gustaran —dijo, acercándose a mí. —Sabes, hay algo que quiero decirte desde hace tiempo... —dijo, poniéndose nervioso.
—¿Qué ocurre? —pregunté, manteniendo mi mirada fija en sus ojos.
En un instante, su frente se acercó tanto a la mía que pude sentir su aliento cálido rozar mi piel.
Esto, está yendo demasiado rápido...
—Yo... —su voz temblaba al hablar, revelando su nerviosismo.
Podía percibir su dificultad para expresarse, como si le costara encontrar las palabras adecuadas, como si fuera una bomba de tiempo a punto de estallar.
¿Acaso quiere decirme lo que yo creo que quiere decirme?
—Satoshi... —me separé un poco de él, creando una distancia prudente, recuperando así mi espacio personal.
—Gou... yo... —él no pudo terminar de hablar cuando Koharu apareció, detrás de la puerta.
—Gou, ¿puedes venir? —dijo, con una sonrisa radiante.
Miré a Koharu por un momento y asentí. Realmente me sentí aliviado de que ella interrumpiera en ese momento, no era una situación cómoda...
—¿Vamos? —miré nuevamente a Satoshi, quien se levantaba y se sacudía los restos de tierra que tenía en su ropa.
Pero sabía que no estaba preparado para eso, no todavía.
Aunque, temo que haya otra oportunidad en la que quiera confesarse.
¡Tonterías! Seguro que ni siquiera era eso y estoy imaginando cosas.
—Los alcanzaré, debo levantar a Pikachu e intentar no despertarlo —sonrió, acercándose a su compañero Pokémon.
¿Quién lo diría? Hace unos momentos podía sentir esa tensión en el aire, tan sofocante y ahora, actúa como si nada hubiera pasado. Creo que soy el único al que esto le afecta.
Cálmate, Gou.
—¿Interrumpí algo? —preguntó Koharu, caminando a mi lado.
Ahora que lo pienso, Satoshi nunca fue tan directo y atrevido. Lo recuerdo porque siempre mostraba una actitud tan infantil.
—No, para nada, solo conversábamos —me detuve en seco. —¿Tú crees que Satoshi es infantil? —la miré, esperando una respuesta.
—¿Infantil? ¿Por qué piensas eso? —dijo, confundida— es cierto que es raro dormir en la tierra, como cualquier vagabundo, pero no lo he visto comportarse de esa manera —de uno de los bolsillos de su pantalón, sacó un pequeño pañuelo, extendiendo su brazo para entregármelo— póntelo.
—¿Y esto para qué es? —dije, tomando aquel pañuelo de color gris entre mis manos.
—Cállate y cubre tus ojos, no te voy a hacer nada malo —dijo, con una expresión seria.