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" Odioso "

Su primer día, que decir, más aparte de los amigos de Aquino no habló con nadie más, no se sorprende ya que al parecer nadie se dio cuenta de su presencia.

Al finalizar las clases del día esperó a que todos (o por lo menos la mayoría) se retirara para hacerlo él, prefiere pasar por desapercibido a que lo vieran solo. Observó disimuladamente a su alrededor confirmando que ya no quedaba nadie.

Salió del aula con la cabeza gacha, durante su trayecto hacia la salida le fue inevitable no jugar con una tira de su mochila, no le hacia caso a nada que sucediera fuera de su cabeza, quería estar en su casa de una vez.

——¡Adiós, Da– Soarinng! — esa voz lo sacó de la burbuja donde se había encerrado.

——Eeh... Adiós — se despidió algo dubitativo de Aquino.

Empezó a alejarse de la entrada creyendo que Aquino lo alcanzaría, solía olvidar rápido las cosas, y que la casa de su amigo queda del lado contrario era una de ellas.

Ya había avanzado unas pocas calles y nada aún, el oír pasos apurados detrás suyo lo hizo voltear instintivamente, en lugar de ver a un castaño se encontró a un jóven de cabello color azabache cambiando su semblante de inmediato.

——¿Acaso me estás siguiendo? — cuestionó Soarinng.

——¿Ahora sí hablas, ah?

——Responde.

——No, solo paso por aquí para regresar, ¿que me ganaría yo si te siguiera? — hubo silencio. ——Exacto. Nada.

Soarinng sentía que su contrario hablaba con cierta superioridad, específicamente esas últimas cinco sílabas pronunciadas, algo que lo llegó a molestar.

Siguieron caminando sin decir una sola palabra después de eso, de vez en cuando el castaño miraba a Duxo de reojo, en todo momento mantenía una sonrisa en su rostro y eso se le hacía algo raro, pues parece que le cayó mal.

No va a negarlo, tener compañía de regreso no es tan malo, te da más confianza, pero que esa compañía sea Duxo... No sabe ni que pensar, no quiere juzgarlo con tan poco pero su comportamiento hacia él no le permitía evitarlo, eso no quita el hecho de tener curiosidad sobre su persona.

El silencio comenzaba a incomodarlo, podía jurar que las personas que estaban de paso lo notaban también, necesitaba pensar algo para romper el hielo, y rápido, no podía con esa sensación.

——¿Dónde vives? — fue lo primero que pensó.

——En mi casa — ¿quería hacerse el chistosito? Por supuesto que sí. ——Ya hablando en serio, mi casa queda a dos calles. Y dime, ¿tú dónde, Soarinng?

——No sé ni como se llama la calle, pero son unos... ¿7 minutos más? Quizás, no sé.

——Si que vives lejos.

——Ujum.

El ambiente no cambio ni un poco después de esa corta charla, ser poco social no le ayudaba para nada. Ni un solo sonido provenía de la boca de alguno, eso hasta que Duxo llegó a murmurar algo que a duras cuentas su acompañante entendió, por no decir que solo fue algo como "odioso" pensando que dijo eso de él.

Soarinng lo miró algo molesto, mirada que no fue notada por su suerte, a su parecer ese adjetivo le queda más a Duxo.

En un abrir y cerrar de ojos ya se encontraban cerca de donde vive el pelinegro, o al menos eso supone al notar como este busca algo en su mochila. Trató de hacerse el desinteresado, como si no se hubiera dado cuenta.

——Soarinng.

Se escucharía un sonido pareciendo desinteresado proveniente del susodicho, buscando dar a entender que podía seguir hablando.

——Hasta aquí llego. Nos vemos mañana — le dedicó una sonrisa al mismo tiempo que extendía un poco sus brazos, dejando en claro que quería algo.

——Ujum, hasta mañana — también se despediría usando su mano continuando con su trayecto.

Se desánimo un poco, que digo, un poco no sería la cantidad correcta, Duxo se sintió rechazado; pues fue así, su abrazo no fue aceptado, solo quería forjar otra amistad.

Quizás deba cambiar cosas de sí mismo, quizá no debió actuar como lo hace con sus demás amigos, quizás lo asustó, quizás causó una mala impresión. No había tiempo de reflexionar, estaba solo en esa calle, Soarinng ya se había ido, mejor entraba a su casa, no quiere que sus papás se preocupen.

★★★

——¡Ya llegué! — anunciaría en la solitaria sala, al parecer su mamá no estaba.

——¿Cómo te fue en la escuela? — preguntaría una mujer algo mayor desde el comedor.

——Normal.

Dejaría su mochila en el suelo posteriormente comenzaría a caminar donde la mujer se encontraba.

——Hiciste amigos?

——Eeeh... ¿Diego... cuenta?

——Daniel.

——Lo sé, lo sé. A él ya lo conozco de años y no es nuevo.

——Daniel.

——Los de mi salón se conocen y aún no me adapto.

——Daniel.

——Conocí a unos chicos de grados mayores pero no creo que pueda llamarlos así.

——¡Daniel! — no tuvo más opción que levantar más la voz.

——¿Sí? — esa sílaba salió temerosamente, espera no haber molestado a su abuela.

——Ya para que me vas a marear.

Y otra vez lo hacía, caminar en círculos tratando de explicar todo.

——Me alegro que ya conozcas a alguien pero...

——¿Pero?

——Intenta convivir con tus compañeros, ¿sí?

Asintió repetidas veces ante la petición que su abuela le hizo. ——A propósito, ¿de casualidad no sabes a que hora llegará hoy mi mamá? - quería evadir el tema a como fuera lugar.

La mujer negó. ——Hoy no me ha dicho nada — le explicó, ya se estaba volviendo costumbre estar la tarde sin ella por el trabajo.

——Gracias... Iré a cambiarme y enseguida bajo para ayudarte con la comida.

Dicho y hecho, al poco tiempo ya estaba con ropa más cómoda siguiendo las indicaciones que le eran dadas, que si picaba esto, que si echaba aquello a la olla. Agradecía saber eso para el futuro, pero una pregunta resonaba en su mente, ¿qué tal que no haya futuro?

El olor de una deliciosa comida llegó a sus fosas nasales quitándole ese pensamiento de inmediato, ahora tendría que observar que ya estuviera para comer.

Realmente extrañaba pasar las tardes con su madre, se inundó de nostalgia ante un recuerdo, en donde estaba él con ella, no estaban solos, alguien más estaba allí, disfrutando de la compañía que tenían. Al sentir sus ojos humedecer se pasó el dedo índice de manera veloz limpiándose lo que serían lágrimas, no podía llorar ahí mismo, por lo menos no en ese momento. Degustó su alimento en silencio, una pequeña sonrisa apareció en su rostro sabiendo que no le quedó tan mal.

Una casualidad -DuxarinngDonde viven las historias. Descúbrelo ahora